© David Panchuelo Uces, observo tu
revuelto discurrir en las tardes acuosas del invierno. Te veo animoso corriendo
sobre las pesqueras, cruzando los molinos, salvando uno tras otro los
obstáculos que te interpone el hombre, sabedor acaso de tu destino allá abajo,
en el arribe.
Uces, tú, río humilde mas valiente, te abrazas a
la roca y te despeñas. El brillo de tus gotas vivas en su salto es rugido que
se pierde en los barrancos, cual eco de tiempos pasados, céltico, sólo rasgado
por el eterno planeo de los buitres.
Uces, quiere el destino darte muerte en el
abismo del pozo, pero tú resurges y tornas brumoso al cielo y a la piedra. Sin
queja ni descanso dejas atrás las penurias del camino y ya, al fin, corres a
fundirte contento con el gran padre Duero, al tiempo que vuelves una última
mirada a los bancales dueños de las laderas portuguesas.
El río Uces es un
afluente del Duero, famoso en la provincia por dar lugar al conocido como Pozo
de los Humos
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