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Valdelamatanza y Aldeanueva del Camino vuelven a unir devoción y relación
gracias a la romería de las 'Vírgenes del Rosario'
A mitad de camino, sobre la delgada línea que
separa Cáceres y Salamanca, que en estas latitudes tan solo son carboncillo
sobre el mapa, los vecinos de Valdelamatanza y Aldeanueva del Camino volvieron
a citarse este sábado para aunar devociones y reforzar amistades.
Desde nuestra mirilla informativa, que pone la
mirada desde el lado salmantino, un simple vistazo a Valdelamatanza, último
municipio de la provincia por este lado de la Sierra, verifica la realidad
palpable. No hay mapa que separe provincias, ni siquiera en el sistema
administrativo, pues hasta los servicios básicos de la pequeña pedanía de El
Cerro vienen desde allende las Extremaduras. Hasta el clima es más suave, ya
aforado por las suaves temperaturas de la amplia cuenca del Tajo. Hasta el
acento deja de ser charro y suenan los dejes del milenario valle del Ambroz.
Pero es Salamanca. Valdelamatanza es salmantina
y orgullosa se siente de serlo, aunque en ocasiones, y no pocas, el olvido de
las instituciones de este lado de la frontera la olvide y la deje al amparo de
otros predios. 'Matanza', como se autodenomina a sí misma, es salmantina y,
dentro de su singularidad, se convierte día a día en punta de lanza, en mano
tendida y lazo de unión con los vecinos cacereños.
Y no hace falta Virgen. Del Rosario, claro. No
hacen falta iconos de por medio, aunque como cada mayo, el paraje a mitad de
camino entre Aldeanueva y Valdelamatanza volviera a acoger amistades y
devociones, con la llegada en romería de las dos patronas, curiosidad teológica
que a veces cueste explicar y más cuando, frente a frente, codo a codo, las dos
patronas fijan la mirada en el pueblo unido. Salmantino y cacereño. Y
viceversa. Solo amistades a mitad de camino.
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