ENTRESIERRASrd | Juanma
Ramos, antiguo librero y ahora ganadero de Las Veguillas, realizó este sábado
el esquilado de su cañada ovina
Si en el día de ayer traíamos hasta las páginas
de este cuaderno el homenaje al antiguo oficio de la motila, o esquilado de las
ovejas, que los vecinos de Los Santos rinden cada año, fiesta etnológica
mediante, hoy nos acercamos al municipio de Las Veguillas, frontera entre el
Campo Charro y Entresierras, donde la 'motila' no es una fiesta sino un oficio
vivo del que se come y se duerme. Fotografías
: Teresa Bravo
El pasado sábado, 4 de junio, el ganadero local
Juanma Ramos Lucas y sus ayudantes Luci Benito Crego y Tomás del Lago Pérez
procedieron al esquilado de 80 ovejas en el corral del camino de Mora. Una
jornada, lejos de fastos festivos, para peluquería y cuidados estéticos del
ganado ovino, que se inició a las nueva de la mañana y acabó a las cinco de la
tarde, tras un intenso día de trabajo de vellón, nunca mejor dicho.
Como cada año, y siguiendo el criterio heredado
de generaciones atrás, se fueron agrupando las ovejas para ser introducidas en
los rediles por lotes similares. A continuación se procedió a
"alpernar" o "aligar" el ganado, es decir, coger al animal
y atarle las patas con gomas para evitar males mayores en oveja y humano.
Entonces comienza el trabajo puramente de motila, con la destreza de quien
esquiló tantas ovejas que ya ni el número se tiene en la cabeza. Una a una,
lana a lana, sol a sol, con la máquina de esquilar, ingenio que vino a ablandar
el trabajo del motilador ahorrándole la fuerza de la vieja tijera y con el
'moreno' bien a mano, por si se va (la mano y la máquina) y se daña al animal.
El 'moreno' es "un potingue hecho de cenizas para cubrir la herida y
evitar infecciones". Y por si fuera poco, una vez esquiladas, reciben su
aguijón en forma de inyección para evitar las plagas de garrapatas. Un trabajo
de cirujano, que a ojos del neófito parece realizado con brusquedad pero que es
la más exacta y exigida de las peluquerías animales. Porque no sobra hilo ni
pelo ni animal.
La lana, una vez "motilada", es
guardada en un saco y la pisotean con los pies, proceso, que como todo en esta
vida de campo, tiene un nombre puesto seguramente con retranca e ironía: el
envasado. Esta lana es llevada posteriormente a los laneros para venderla,
donde la lavan y "luego la llevan a airear a Portugal".
Cabe destacar además que Juanma, nuestro
protagonista de hoy, ha dedicado toda su vida laboral, desde 1979 a 2016 a ser
librero (en librerías de renombre salmantino como Cervantes, El Corte Inglés o
Melibea). Ahora ha optado por "volver al pueblo" y cambiar las letras
por los actos. Seguramente ni en la mejor enciclopedia se guardan estos grandes
secretos. Ni siquiera viene en la letra pequeña.
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