ENTRESIERRASrd | Lanzamos
una mirada al recuerdo de una especie que, en su estruendoso silencio, ha ido
desapareciendo de nuestros ríos: el cangrejo negro autóctono
"En el río había muchos
cangrejos. El regato, como aquí decimos, era el paraíso de los cangrejos. Eran
gordos y negros. Y fieros. Venía hasta gente foránea a capturarlos. Tengo aún
vivo el recuerdo de achicar con cubos el agua de las pozas y, una vez vacías, las carreras y los saltos
tras los desorientados animales. Eso sí, también recuerdo el enfado de los
mayores. Pues la gente que venía de fuera a la busca y captura del cangrejo
aprovechaban para llevarse de las huertas junto al regato todo lo que tuvieran
a mano. Supongo que, a base de cangrejos
y hortalizas se servían de manera gratuita una buena comida. Llegó el tiempo en
que el problema se hizo tan evidente que los agricultores hacían guardia
escondidos para que no les sisaran la cosecha. Parece mentira que ahora no
quede ni uno"
Existen recuerdos que, como el fino desgaste del
agua sobre la piedra, se van borrando sin darse uno cuenta. Hablan estos
"entreserranos" de "aquellos cangrejos" sin saber, o
comprender, que están narrando una historia extinta. Porque aquellas cangrejos
"gordos, negros y fieros" no eran sino los cangrejos autóctonos de la
Península, o puestos en enciclopedia, los Austropotamobius Pallipes, especie
devastada por la introducción en nuestros ríos del Procamburus Clarki o
cangrejo rojo americano, que en apenas unos años borró del mapa fluvial a
nuestros queridos cangrejos "charros".
Es, como decíamos, uno de esos recuerdos de
infancia, cogidos a mano o a caña de jaramugo, mientras se iban oyendo
noticias, ecos lejanos a los que no dábamos importancia, que hablaban de la
prohibición de su captura por estar protegidos. "Si te coge la Guardia
Civil te multa", era la consigna. En realidad, nadie creía en tal amenaza,
porque el cangrejo español, ese "gordo, negro y fiero" parecía
indestructible.
Desaparecieron sin que nadie le diera
importancia. Pero realmente imaginen que en una máquina del tiempo viajan de
repente al año 2036 y se encuentra una Salamanca sin vacas ni cerdos. Es
exactamente eso.
Un reto y un desafío
Tal como explica Santi Domínguez en su blog Medio Ambiente, a presencia de especies invasoras se está
convirtiendo en algo tan habitual que estamos olvidando a las verdaderas
especies tormesinas autóctonas. El cangrejo autóctono fue muy abundante en el
río Tormes y sus afluentes hasta los años 80, momento que fue introducido el
cangrejo rojo americano (Procamburus clarki). Este cangrejo alóctono era
portador de una enfermedad fúngica, la afanomicosis a la que el cangrejo
autóctono no era inmune. Ello se tradujo en que las poblaciones de la especie
autóctona fueron totalmente diezmadas. Seguramente hubo otras causas que de
forma sinérgica contribuyeron también a la extinción; como la contaminación o
las variaciones en los cauces. Lo que sí que está claro es que el cangrejo rojo
ha colonizado todos los ambientes acuáticos de la parte media y baja de la
cuenca y se ha convertido en la especie dominante en detrimento de la que había
ocupado este nicho durante miles de años
El cangrejo rojo americano fue introducido por
el ser humano en las aguas de la Península Ibérica desde el sureste de Estados
Unidos por su valor culinario y el interés para la pesca deportiva, pero ello
ha tenido consecuencias muy negativas en la riqueza biológia del río Tormes. La
liberación de especies exóticas en un nuevo ecosistema puede tener graves
consecuencias para el equilibrio natural y la biodiversidad. Esta práctica muy
común durante la segunda mitad del siglo XX está provocando en los cursos de
los ríos situaciones verdaderamente dramáticas que van a resultar muy dificiles
de solucionar. Restituir las poblaciones autóctonas y eliminar las especies
invasoras es tarea dificil pero sin duda debe ser un reto y un desafío para la
buena salud de nuestros ríos en el futuro.
Simposio sobre el cangrejo autóctono
España cuenta con 500 poblaciones "muy
reducidas" de "Austropotamobius pallipes" o cangrejo de río
autóctono, aunque en los últimos años ha sido posible recuperar más de 20.000
ejemplares, "una cifra hasta ahora impensable" mediante balsas de
producción extensiva.
Así lo ha asegurado a Efe el investigador del
departamento de Micología del Real Jardín Botánico de Madrid perteneciente al
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Javier
Diéguez-Uribeondo, quien ha participado el pasado 5 de septiembre junto con
otros ponentes en la primera jornada del XXI Simposio Internacional sobre el cangrejo de río en Madrid.
Según los expertos reunidos en este encuentro
organizado por primera vez en España por la Asociación Internacional de
Astacología (IAA), el cangrejo autóctono habita en zonas calcáreas en las que
fluye un gran caudal de agua pero se encuentra entre las especies en peligro de
extinción.
El cangrejo de río, también conocido como
autóctono o de patas blancas, coexiste con dos especies invasoras procedentes
del norte de América: la “Procambarus clarkii” y la “Leniusculus pacifastacus”,
sometidas ambas a una explotación tanto comercial como de recreo.
"Se comen prácticamente todo"
Diéguez-Uribeondo ha explicado que los
crustáceos norteamericanos perjudican no sólo al cangrejo autóctono sino a un
gran número de animales más pequeños como peces o anfibios, porque “crecen
rápido, se comen prácticamente todo y consumen los recursos”.
Esto “provoca la desaparición de las especies
locales y la simplificación del ecosistema”, ha advertido este experto, quien
apunta otra consecuencia negativa de la presencia de estas especies invasoras
al subrayar la aparición de la enfermedad emergente conocida como
“afanomicosis” o peste del cangrejo, ya que los americanos son “portadores de
los patógenos que provocan dicha afección”.
La amenaza es “muy importante” porque las
especies norteamericanas se han dispersado con ayuda de la globalización por
todo el mundo y hoy se les puede encontrar en Ecuador, Chile o Brasil o Japón,
entre otros países.
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