ENTRESIERRASrd | Manifiesto
de la asociación AMDEVE de Béjar en el Día Internacional contra la Violencia de
Género
El número de mujeres ASESINADAS a manos de sus
parejas sigue siendo alarmante. Estas cifras
son mucho más que un indicador de
la violencia machista que miles de mujeres tienen que sufrir cada día. En los
últimos años, gracias a la presión del movimiento de mujeres, se han adoptado
una importante serie de medidas jurídicas y sociales, pero no son suficientes.
La movilización general de la sociedad es necesaria y urgente para conseguir
acabar con este fenómeno complejo y profundamente arraigado en nuestras
tradiciones.
No podemos tolerar ninguna de las formas de violencia
contra las mujeres bajo ningún pretexto. Todos y todas, juntos, tenemos la
obligación moral de crear un clima de tolerancia cero hacia la violencia
machista que deje claro al agresor nuestra más rotunda condena ante cualquier
posible abuso o maltrato.
La violencia de género es un fenómeno social que
sufren las mujeres, pero que ejercen los hombres en nombre de una supuesta
superioridad masculina. La responsabilidad individual es de los maltratadores,
pero acabar con el machismo es algo que tenemos que hacer entre todos y todas.
No es fácil justificar la falta de interés de la
mayoría de hombres hacia una de las cuestiones públicas más dramáticas y
relevantes de nuestra sociedad. Las
víctimas tienen padres, hermanos, hijos, amigos, vecinos, compañeros de trabajo
y conciudadanos. Sin embargo, muchos hombres tienen grandes dificultades para
manifestar públicamente su condena a la violencia machista.
En los últimos años han surgido diversos
movimientos de hombres por la igualdad que reivindican y manifiestan
públicamente su rechazo a la violencia contra las mujeres. No hay una sola
manera de ser hombre, como nos quiere hacer entender nuestra sociedad machista.
Una mayoría de los hombres, sin embargo, no se identifica con este modelo de
superioridad masculina porque reconocen a las mujeres como iguales y no
tolera ninguna forma de violencia contra
las mujeres.
El fenómeno de la violencia de género es de una
magnitud escalofriante.
Ante él,
no podemos desviar la vista como si fuese una suma de “casos particulares”
a los que somos ajenos.
Ante la violencia machista TODOS Y TODAS somos responsables, pero
deseamos que cada vez más hombres, se sientan libres de la presión social que
les mantiene en silencio. El silencio nos hace cómplices. Tenemos que
reaccionar y nuestra reacción no puede
esperar a que se produzcan situaciones extremas de violencia física. No podemos
ignorar muchas de las prácticas machistas que
asumimos y desarrollamos, de forma consciente o inconsciente, no podemos
reforzar y mantener un modelo de convivencia defectuoso basado en la coacción, el chantaje emocional y la
supremacía del poder masculino. Construyamos
un modelo de aprendizaje compartido, un modelo de convivencia en
igualdad, un modelo de relaciones libres, no basadas en el miedo.
Reflexionemos: el modelo, por definición, ha de
ser ejemplarizante y la violencia NO lo es.
La prevención y la educación han de ser, por
tanto, uno de los principales motores de cambio. Nos preocupan las conclusiones
aportadas por las últimas investigaciones sociológicas sobre la percepción
social de la violencia de género en la adolescencia y la juventud:
No todas las formas de violencia de género
suscitan el mismo rechazo ni todos los comportamientos que constituyen maltrato
son identificados como tales: La violencia física y sexual es rechazada por un
(97%) de la juventud y la adolescencia, al igual que la violencia verbal (
93%). Sin embargo, un 67% de jóvenes
entre 15 a 29 años acepta o tolera algunas circunstan¬cias como “controlar los
horarios de la pareja”, “impedir a la pa-reja que vea a su familia o
amistades”, “no permitir que la pareja trabaje o estudie” o “decirle las cosas
que puede o no puede hacer”, de lo que se deduce que 1 de cada 3 jóvenes tolera
como normalizadas formas de violencia en las relaciones de pareja, siendo
ligeramente mayor esta percepción entre los chicos y chicas más jóvenes (15 a
17 años).
No podemos permitirnos como sociedad este grado
de tolerancia de la violencia de control en el ámbito familiar y/o de pareja en
la población adolescente.
Las cifras son claras, se continúa
desviando hacia las mujeres las tareas de cuidado y las
responsabilidades de la vida cotidiana, doméstica y afectiva, de lo que deriva
su discriminación laboral, una sobrecarga física y mental y la apropiación
masculina de los espacios de decisión y poder.
Es necesario que, hombres y mujeres, cambiemos
nuestra actitud y nuestra conducta, renunciando al silencio, inmovilismo y
resistencia pasiva que siguen produciendo desigualdad y dan aliento a la
violencia machista.
Ese cambio es nuestra responsabilidad personal,
pero también debe ser fomentado y favorecido socialmente.
Por ello, apoyamos a las mujeres y a sus
organizaciones cuando exigen a los poderes públicos acciones positivas y
efectivas contra la desigualdad de género, iniciativas y leyes dotadas de los
suficientes medios, dirigidas a lograr un reparto equitativo de todas las
tareas y responsabilidades de la vida cotidiana, social, doméstica o laboral, a
poner fin a toda situación de privilegio masculino y a reconocer y garantizar
plenamente el derecho de las mujeres a decidir, sin tutelajes ni coacciones,
sobre su vida, sus afectos, su sexualidad y su maternidad.
¡¡ TODOS
Y TODAS CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA: NI
UNA MUJER MAS ASESINADA !!
No hay comentarios:
Publicar un comentario