miércoles, 23 de noviembre de 2016

"No hay búnker cristiano que los detenga"

ENTRESIERRASrd | Una mirada a la Sierra y su fauna desde la mirada poética de Alberto Paredes
Por toda la Sierra se encuentran repartidos cerramientos pertenecientes a los tálamos esqueléticos de antaño. Han proliferado como hongos.
En su día, sirvieron para reposo del guerrero en su duro batallar con el jornal diario.

Como pecios varados en aguas coralinas, guardianes de secretos, a merced de los crudos envites temporales, embozados en parda capa de óxido que lentamente les corroe. Entrando y saliendo a su antojo curiosos marrajos, buscando entre sus resquicios, gloriosas aventuras de épocas pasadas.
Armatostes, parapetos de defensa, donde fructificaron, se vanagloriaron sueños épicos, picas en Flandes… algunos, testigos mudos de fiestas bacanales.
Rindámosles pleitesía, busquemos un lugar mejor donde puedan descansar estas mallas protectoras, ardientes corazas del campo de batalla, fuera de la vista del espectador que las contempla y en su interior se pregunta:
¿Pero, qué pinta aquí este mamotreto?
Al igual que el temido escualo, el montaraz, agreste jabalí, al no percibir impedimentos que le obstaculicen el paso, campeará a sus anchas recordando fatídicas monterías en las que, apostado tras las peñas, un visor impaciente al pairo esperaba su presencia.
A estos bravos animales, de olfato muy fino y vista muy corta, no hay búnker cristiano que los detenga, sobre todo cuando el hambre aprieta.
Cada vez más, se van familiarizando, afianzando con la especie humana tan temida otrora, ¿acaso les hayamos quitado sitio, ocupado un espacio que no nos corresponde, y a su forma, estén reclamando ese derecho de posesión, buscando en las raíces tal vez su genética de antaño?
 Se toman la revancha una y otra vez, hozando los pequeños huertos del guerrero luchador que, sueña despierto cada noche como acabar con esta pesadilla y así poder salir triunfante de tan empecinada cruzada. Día a día le va consumiendo.
Ellos, los “salvajes”, cerdos presentables (porque se presentan) como presuntos fantasmas en la noche, se presentan. A la entrada ponen su firma inequívoca:
 “Por aquí, pasó un (Sus scrofa castilianus), sibilino, fuerte, astuto, burlador de artilugios fuera de tono con el medio”
Se me ocurre…. probablemente, es que a ellos no les gusten los estaribeles.
Pues, sustituyámoslos y “pelillos a la mar”.

Tiempo de caza… y paseos
ALBERTO PAREDES

1 comentario:

  1. Este porcelino, enfangado hasta la médula (tiene todos los cánones de la escultura) bien le hubiera valido de modelo a Pietro Tacca.
    Por su mirada bonachona, también "se le podría tocar hasta el hocico"

    (Laura Benito)

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