ENTRESIERRASrd | Una mirada a la Sierra y su
fauna desde la mirada poética de Alberto Paredes
Por toda la Sierra se
encuentran repartidos cerramientos pertenecientes a los tálamos esqueléticos de
antaño. Han proliferado como hongos.
En su día, sirvieron
para reposo del guerrero en su duro batallar con el jornal diario.
Como pecios varados
en aguas coralinas, guardianes de secretos, a merced de los crudos envites
temporales, embozados en parda capa de óxido que lentamente les corroe. Entrando
y saliendo a su antojo curiosos marrajos, buscando entre sus resquicios,
gloriosas aventuras de épocas pasadas.
Armatostes, parapetos
de defensa, donde fructificaron, se vanagloriaron sueños épicos, picas en
Flandes… algunos, testigos mudos de fiestas bacanales.
Rindámosles
pleitesía, busquemos un lugar mejor donde puedan descansar estas mallas
protectoras, ardientes corazas del campo de batalla, fuera de la vista del
espectador que las contempla y en su interior se pregunta:
¿Pero, qué pinta aquí
este mamotreto?
Al igual que el
temido escualo, el montaraz, agreste jabalí, al no percibir impedimentos que le
obstaculicen el paso, campeará a sus anchas recordando fatídicas monterías en
las que, apostado tras las peñas, un visor impaciente al pairo esperaba su
presencia.
A estos bravos
animales, de olfato muy fino y vista muy corta, no hay búnker cristiano que los
detenga, sobre todo cuando el hambre aprieta.
Cada vez más, se van
familiarizando, afianzando con la especie humana tan temida otrora, ¿acaso les
hayamos quitado sitio, ocupado un espacio que no nos corresponde, y a su forma,
estén reclamando ese derecho de posesión, buscando en las raíces tal vez su
genética de antaño?
Se toman la revancha una y otra vez, hozando
los pequeños huertos del guerrero luchador que, sueña despierto cada noche como
acabar con esta pesadilla y así poder salir triunfante de tan empecinada
cruzada. Día a día le va consumiendo.
Ellos, los “salvajes”,
cerdos presentables (porque se presentan) como presuntos fantasmas en la noche,
se presentan. A la entrada ponen su firma inequívoca:
“Por aquí, pasó un (Sus scrofa castilianus),
sibilino, fuerte, astuto, burlador de artilugios fuera de tono con el medio”
Se me ocurre….
probablemente, es que a ellos no les gusten los estaribeles.
Pues, sustituyámoslos
y “pelillos a la mar”.
Tiempo de caza… y paseos
ALBERTO PAREDES
Este porcelino, enfangado hasta la médula (tiene todos los cánones de la escultura) bien le hubiera valido de modelo a Pietro Tacca.
ResponderEliminarPor su mirada bonachona, también "se le podría tocar hasta el hocico"
(Laura Benito)