viernes, 9 de diciembre de 2016

Matando el rato

ENTRESIERRASrd | Una mirada a la lumbre, al caldero, a los parlaos y los chismes del día
En las noches de invierno, todos reunidos alrededor de la lumbre, se contaban historias y se mataba el rato. Eso de "matar el rato" nunca llegó a sonar bien por estas tierras; seguramente fue una expresión traída por los hijos de los exiliados, que puestos en madurez de adolescencia el pueblo ya no les suponía suficiente aliciente e inventaron esa jerga para despechar a los padres.

A la lumbre, con los pies arrimados lo más cerca del fuego sobre la plancha, se contaban chismes, las nuevas del día, los noviazgos secretos (que solo los novios creen secretos). Se contaba la vida, sin matarla un rato, frente al calbochero en el que crepitaban las castañas asadas.
Aquella lumbre era el televisor de hoy, y se escuchaba con atención. La lumbre era símbolo de unidad familiar. Algún chiste, cuando los niños ya dormitan, alguna malsonancia, todo lo bueno y lo malo, se contaba junto a la chimenea en un castellano antiguo, aunque las palabras sean las mismas.
La retahíla del día acababa cuando ya olía a hollín la lata llena de agujeros. Entonces las castañas caían con sonido a hueco sobre el plato de porcelana. "Tú has cogido más que yo". Porque en esto también vale la picaresca, y más en estos lares, de los que nacieron lazarillos más listos que el hambre. "Haberte espabilao".
Luego se sacaba el aguardiente de la alacena, porque no hay calboche sin aguardiente, bien se sabe.
Así se pasaban los seranos  al calor de la lumbre "echando un parlao", comiendo un calboche y la "pinta aguardiente". Matando el rato. Si es que el rato se dejaba.

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