ENTRESIERRASrd | Una
mirada a la lumbre, al caldero, a los parlaos y los chismes del día
En las noches de invierno, todos reunidos alrededor
de la lumbre, se contaban historias y se mataba el rato. Eso de "matar el
rato" nunca llegó a sonar bien por estas tierras; seguramente fue una
expresión traída por los hijos de los exiliados, que puestos en madurez de
adolescencia el pueblo ya no les suponía suficiente aliciente e inventaron esa
jerga para despechar a los padres.
A la lumbre, con los pies arrimados lo más cerca
del fuego sobre la plancha, se contaban chismes, las nuevas del día, los
noviazgos secretos (que solo los novios creen secretos). Se contaba la vida,
sin matarla un rato, frente al calbochero en el que crepitaban las castañas
asadas.
Aquella lumbre era el televisor de hoy, y se
escuchaba con atención. La lumbre era símbolo de unidad familiar. Algún chiste,
cuando los niños ya dormitan, alguna malsonancia, todo lo bueno y lo malo, se
contaba junto a la chimenea en un castellano antiguo, aunque las palabras sean
las mismas.
La retahíla del día acababa cuando ya olía a
hollín la lata llena de agujeros. Entonces las castañas caían con sonido a
hueco sobre el plato de porcelana. "Tú has cogido más que yo". Porque
en esto también vale la picaresca, y más en estos lares, de los que nacieron
lazarillos más listos que el hambre. "Haberte espabilao".
Luego se sacaba el aguardiente de la alacena,
porque no hay calboche sin aguardiente, bien se sabe.
Así se pasaban los seranos al calor de la lumbre "echando un parlao",
comiendo un calboche y la "pinta aguardiente". Matando el rato. Si es
que el rato se dejaba.
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