ENTRESIERRASrd | Nava de
Francia vuelve a cerrar el año con una de las tradiciones más pintorescas de la
provincia, la del Perrero
A golpe de látigo y tradición, El Perrero volvió
a cerrar el año en Nava de Francia en una de las festividades navideñas más
curiosas del folklore salmantino. Este pequeño municipio de la Sierra de
Francia guarda para el 31 de diciembre una de esas pequeñas joyas etnológicas
escondidas, y únicas, de la provincia.
Cada mañana del último día del año, El Perrero,
personaje cuyos orígenes se encuentran en ese delgado limbo que separa la
historia de la leyenda, recorre las calles del pueblo azotando pantorrillas y marchando
de casa en casa en busca de la "voluntad" y enfilando a los vecinos
hacia la iglesia (si se dejan) para asistir a la misa del fin de año.
"Esta tradición se remonta a tiempos
remotísimos y seguramente tiene orígenes paganos", comentan alrededor del
ágape que una de las vecinas ha preparado para recibir a la comitiva. "De
cuando aún se usaban conjuros para favorecer las cosechas y llamar a la
prosperidad familiar y comunitaria del pueblo en el nuevo año".
Luego la iglesia (quizás la mejor empresa de
marketing de la historia) cristianizó el rito. El Perrero recorre las calles,
secundado por los alguaciles que, a modo de centuriones, van encuadrando la
escena con flores y cohetes. Seguido, a distancia eso sí, por la chavalería que
muestran la valentía desde lejos, a la espera de la carrera del Perrero y su
azote de esparto.
A golpe de látigo, de tradición y de chupinazo.
"Este año sin tamborilero", comentan, " ya que acaba de fallecer
una vecina muy querida y aunque la vida sigue y hay que respetar las
tradiciones, hemos preferido que, por respeto, este año El Perrero salga sin
acompañamiento de música".
Una a una, la comitiva, los que la siguen y la
cortejan, van pasando de casa en casa, de convite en convite y de ofrenda en
ofrenda. En la Plaza de la Iglesia espera más pueblo para atender a la última
Eucaristía del año. La del Perrero.
La fiesta finalizó en el bar de La Mata con un
convite a cargo del Ayuntamiento. Eso sí, para que no quede la crónica en
abstracto, habría que añadir que El Perrero tiene nombre y apellidos, Antonio
Sendín, que ya tiene experiencia en estas lides. Raúl Martín y Álvaro Valle
ejercieron de alguaciles.
Que la azotaina haya agradado a los dioses y
tengamos todos un buen año.
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