ENTRESIERRASrd | Un paseo
por la exposición fotográfica de Juan Manuel Castro Prieto, que bajo el título
del pueblo salmantino, muestra parte de la obra de este Premio Nacional de
Fotografía
El madrileño barrio de Lavapiés ha ido cobrando
especial relevancia en el campo de la cultura y del arte. Fuera de las
multitudes de galerías que emergen, algunos centros de arte como el de La
Tabacalera empiezan también a desmarcarse. Este edificio, antiguamente fábrica
de tabacos, se dedica ahora a la organización de actividades sociales y
artísticas. / LARA
TOURNEMIRE / LE MIAU NOIR /
Dividida en dos partes, la planta baja, llamada
“Tabacalera-Promoción del arte”, está gestionada por el Ministerio y desarrolla
una programación de exposiciones temporales en torno al arte contemporáneo. En
cuanto al resto del espacio, pertenece al Centro Social Autogestionado de La
Tabacalera de Lavapiés.
La Tabacalera-Promoción del arte pensó a lo
grande al iniciar el pasado 15 de enero una retrospectiva del fotógrafo español
Juan Manuel Castro Prieto. El artista, Premio Nacional de Fotografía en 2015,
muestra en este amplio espacio sus 39 años de producción fotográfica. Bajo el
título Cespedosa, la exposición hace referencia al nombre del pueblo de su
infancia, Cespedosa de Tormes.
Lugar de la intimidad
Recorriendo las primeras salas, pueden
descubrirse fotografías en blanco y negro puestas bajo la forma de polípticos.
Éstas enseñan la localización precisa del pueblo a través de sus paisajes y su
naturaleza. Una vez situado en el espacio, el artista nos lleva hacia los
interiores y la intimidad de las casas.
Retratos de niños, aún realizados en blanco y
negro, se enfrentan a la mirada del espectador de manera casi voyerista. El
fotógrafo consigue captar las emociones de los infantes mientras están jugando
en el pueblo, en sus viviendas, con cualquier objeto encontrado.
Siguiendo el recorrido, se descubre una sala más
escondida donde se expone otro tipo de técnica fotográfica. Son los “Bocetos”
de Juan Manuel Castro Prieto de los años 1992-2011, fotografías de pequeño
tamaño de tipo Polaroïds. Estas obras, fragmentos de recuerdos, parecen todavía
más intimas, como si fueran instantáneas de la historia personal del artista.
A estas les siguen grandes formatos compuestos
con un cierto cálculo. ¿El artista elabora estas escenas o las atrapa in
fraganti? Por ejemplo, en “Agustí” se percibe que la mujer está posando delante
de la cámara. En otras obras, como “Mano de Pedro” y “Cien años”, la luz
emergente fue también capturada en el momento justo. En fin, Castro Prieto crea
su propio teatro, un teatro de la intimidad.
El círculo de la exposición no se detiene aquí.
Oculta, una sala amueblada con mesitas expone las primeras fotos, que van de
1977 hasta 1982. De nuevo, se recorre la vida del artista con un verdadero
álbum de su familia: la boda de sus abuelos, el bautismo de un nieto, primos
jugando entre ellos…Sin temor, el fotógrafo confía a los demás su trayectoria
personal.
Religión y bodegón
Se nota una real evolución en la obra de Juan
Manuel Castro Prieto. Las últimas salas de la Tabacalera revelan un trabajo
distinto: se traspasa esa noción de la intimidad para entrar en el mundo de los
objetos y su simbología.
La religión está omnipresente, el autor pone el
acento sobre las reliquias que constituyen el mito cristiano. Imágenes piadosas
y cruces están en cada foto, de manera discreta, en una esquina, o claramente
subrayadas, en primer plano. ¿Serían elementos imprescriptibles de la cultura
española?
Por fin, el objeto se convierte en algo fijo en
el tiempo. Las fotos de bodegones recrean típicamente las pinturas flamencas
del siglo XVII. Esta vez, el fotógrafo-pintor busca una estética precisa
empujando la técnica fotográfica a su máxima. ¿Desea dejar de lado el punto de
vista subjetivo para abrirse a una visión más objetiva? ¿O intenta, quizás,
investigar la belleza en un modo de perfección?
La Tabacalera no se ha equivocado al exponer los
39 años de intenso trabajo de Juan Manuel Castro Prieto. El lugar, por su
dimensión y su aspecto industrial, se presta perfectamente a esa muestra de
calidad. Abriéndose cada vez más a una programación elaborada en torno al arte
contemporáneo, la Tabacalera confirma con la exposición Cespedosa la calidad de
la producción fotográfica española a nivel internacional. Aunque la muestra
haya finalizado, se puede realizar una visita virtual de la misma hasta el 31 de
diciembre.
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