jueves, 30 de marzo de 2017

"En marzo siempre para que el calor no moleste"

ENTRESIERRASrd | Una mirada a otro de los oficios perdidos en la comarca: el de esquilador de burros

"En marzo siempre para que el calor no moleste". En marzo se esquilan los burros. Lo dicta el refrán y ya se saben que contra la sabiduría popular poco argumento podemos oponer. O sí. El de la despoblación. De burros, claro.
Tierra de arrieros, sierra de caminos y chalanes, de carbón, herraduras y arados, donde el burro era el rey, por lo valioso y leal al trabajo, este animal es hoy "especie en extinción". O en estimación.

En marzo, que acaba ya dando esbozos de primavera como toca, cuando el tiempo daba la tregua al rigor del invierno, hombres y mujeres desperezaban el campo y con sus animales de labor. En esta fecha se esquilaban los burros, para aliviarles de pelo contra el calor naciente y darles lustres a la vista y al peso.
También en esto había especialistas. Los esquiladores de burros llegaban por estas fechas con su tintineo errante, de pueblo en pueblo, de burro en burro, en cuadrilla, echando el bando previo el día anterior que los dueños de los animales tuviesen preparada a la criatura.
Con cita en el Corral de Concejo, o en la Plaza, o en la dehesa, como si fuera día de feria, allí donde hubiera espacio para tan espléndida peluquería, se preparaba la "motila" del asno. Iban pasando uno a uno por las manos expertas, por la tijera bien afilada y el dueño dando palmadas en el lomo y diciendo cosas calmas, por si la coz.
Y al terminar… la señal: en los cuartos traseros se les hacía un dibujo en el corte del pelo, cada pueblo tenía su señal, de identidad o gps, por si el burro se perdía, y aparecía en 'cal Cristo', que se supiese a qué pueblo debía devolverse.
Los esquiladores hacían segundo turno en el mes de octubre, para volver a repasar o pelar a los quedaron inmunes a la tijera, para evitar chinches y otras molestias durante la estancia invernal en el establo.

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