martes, 28 de marzo de 2017

Nebulosa de sueños (Las Batuecas)

ENTRESIERRASrd | Una mirada al Valle Sagrado de la pluma de Alberto Paredes
Acaso, vagando hacia el mítico valle donde encontraran refugio Brianda y su amante. Puede ser que…
En mis noches de amargura, caminando por senda oscura, con paso torpe, sin rumbo, perdido en la espesura…soñara:

“A cada paso de andadura, siento los espinos que se clavan, una a una las punzadas, me encogen el corazón.
Amanecía, la luz me cegaba, una voz a lo lejos me decía, ¡por ahí no!
 -Dafne, eres tú, ¿por qué me has asaeteado?  -pregunté.
-¡No he sido yo!
Soy la guardiana de los bosques en los dominios de Artemisa y, has entrado en coto vedado.
-¡Qué culpa tengo yo! -sí mi alma hasta aquí me ha guiado…
-El venablo te he sacado, no estaba envenenado, la herida sangra, queda abierta, para que una mano experta aplique ungüento adecuado.
-Guíame por tu gozoso valle, muéstrame toda su hermosura, abrir mis brazos al viento quiero, recibir un nuevo sol cada mañana, mis sentidos vibren todos despiertos, -¿no es un sueño de locura?
-Abajo, en el gozoso valle, espera el manantial que tanto anhelas donde apagarás tu sed, aliviará tu sajadura, suavemente sorbe de él, como la abeja en la alta flor liba para elaborar su miel.
Disfruta en él, sentirás el efecto de la datura con fuerte subida de calor, hará que olvides tu amargura, deja que tu alma leve, los sentidos todos se nublen hasta perder la razón. Notarás una explosión de paz y júbilo en tu interior.
-¡Cuán dulce será el placer!
Desperté desnudo como vine al mundo, tendido sobre fino lecho, en suave lienzo de flores de algodón. Poco a poco fui abriendo mis ojos con una extraña sensación.
Mis manos palpaban todo lo que había en derredor, era tan agradable que, apenas si sentía dolor. Un olor de aroma fresco de nuevo me envolvió, era un campo de blancas flores que en su seno me acogió.
Afrodita abrió su puerta, su deseo más íntimo entregó.
Su cuerpo exudaba perlas, de plata como el rocío, bañado por finos rayos de sol.
Nada conocía igual, nada que tuviese parangón.
Una música lejana susurraba en mis oídos dulce canción de amor, un enjambre de abejas en mi boca depositaba su dulzor, una mano consolaba mi herida, notaba de ella su calor… envuelto en luz llena de luna, sumido en mi sopor, en el cielo veía brillar millares de luciérnagas, finos hilos de seda titilando resplandor.
Al alba, mis ojos de nuevo se abrieron, cautivos en un inmenso fulgor, no sabían lo que veían y, si todo ello era figuración.
Mi cabeza me aturdía llena de turbación y, una voz suave me decía:
-¡Adonis, Adonis!, ¡huye, huye! -todavía estás a tiempo.
Una ninfa con su arco corría, se perdía entre la maleza, huía con desesperación o al menos eso me lo pareció, ¿pero de quién? -preguntaba yo.
A su encuentro salí presto, nada vi, todo era silencio alrededor.
Al pasar junto a una planta, un lauro mi mano rozó y, prendida en mi quedó su flor, mi boca sus pétalos acariciaron...”
Al fin desperté de este extraño sueño, preso de mi dolor.
El sabor dulce de miel que envolvía mi sopor, se había desvanecido, transformado en amargo trago…de hiel.

ALBERTO PAREDES

No hay comentarios:

Publicar un comentario