ENTRESIERRASrd | Una
mirada al Valle Sagrado de la pluma de Alberto Paredes
Acaso, vagando hacia el mítico valle donde
encontraran refugio Brianda y su amante. Puede ser que…
En mis noches de amargura, caminando por senda
oscura, con paso torpe, sin rumbo, perdido en la espesura…soñara:
“A cada paso de andadura, siento los espinos que
se clavan, una a una las punzadas, me encogen el corazón.
Amanecía, la luz me cegaba, una voz a lo lejos
me decía, ¡por ahí no!
-Dafne,
eres tú, ¿por qué me has asaeteado?
-pregunté.
-¡No he sido yo!
Soy la guardiana de los bosques en los dominios
de Artemisa y, has entrado en coto vedado.
-¡Qué culpa tengo yo! -sí mi alma hasta aquí me
ha guiado…
-El venablo te he sacado, no estaba envenenado,
la herida sangra, queda abierta, para que una mano experta aplique ungüento
adecuado.
-Guíame por tu gozoso valle, muéstrame toda su
hermosura, abrir mis brazos al viento quiero, recibir un nuevo sol cada mañana,
mis sentidos vibren todos despiertos, -¿no es un sueño de locura?
-Abajo, en el gozoso valle, espera el manantial
que tanto anhelas donde apagarás tu sed, aliviará tu sajadura, suavemente sorbe
de él, como la abeja en la alta flor liba para elaborar su miel.
Disfruta en él, sentirás el efecto de la datura
con fuerte subida de calor, hará que olvides tu amargura, deja que tu alma leve,
los sentidos todos se nublen hasta perder la razón. Notarás una explosión de
paz y júbilo en tu interior.
-¡Cuán dulce será el placer!
Desperté desnudo como vine al mundo, tendido
sobre fino lecho, en suave lienzo de flores de algodón. Poco a poco fui
abriendo mis ojos con una extraña sensación.
Mis manos palpaban todo lo que había en
derredor, era tan agradable que, apenas si sentía dolor. Un olor de aroma
fresco de nuevo me envolvió, era un campo de blancas flores que en su seno me
acogió.
Afrodita abrió su puerta, su deseo más íntimo
entregó.
Su cuerpo exudaba perlas, de plata como el
rocío, bañado por finos rayos de sol.
Nada conocía igual, nada que tuviese parangón.
Una música lejana susurraba en mis oídos dulce
canción de amor, un enjambre de abejas en mi boca depositaba su dulzor, una
mano consolaba mi herida, notaba de ella su calor… envuelto en luz llena de
luna, sumido en mi sopor, en el cielo veía brillar millares de luciérnagas,
finos hilos de seda titilando resplandor.
Al alba, mis ojos de nuevo se abrieron, cautivos
en un inmenso fulgor, no sabían lo que veían y, si todo ello era figuración.
Mi cabeza me aturdía llena de turbación y, una
voz suave me decía:
-¡Adonis, Adonis!, ¡huye, huye! -todavía estás a
tiempo.
Una ninfa con su arco corría, se perdía entre la
maleza, huía con desesperación o al menos eso me lo pareció, ¿pero de quién?
-preguntaba yo.
A su encuentro salí presto, nada vi, todo era
silencio alrededor.
Al pasar junto a una planta, un lauro mi mano
rozó y, prendida en mi quedó su flor, mi boca sus pétalos acariciaron...”
Al fin desperté de este extraño sueño, preso de
mi dolor.
El sabor dulce de miel que envolvía mi sopor, se
había desvanecido, transformado en amargo trago…de hiel.
ALBERTO PAREDES
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