jueves, 27 de abril de 2017

El trato

ENTRESIERRASrd | Una mirada a las ferias de antaño, punto de encuentro y negocio de los ganaderos de la comarca
En todas las épocas del año había ferias de ganado. Pero siempre fueron esperadas las de primavera, por lo que supone (entendemos) el encuentro con los vecinos de allende los montes tras la soledad del invierno. Las ferias, como las moscas, se iban multiplicando por los pueblos y cada cual hacía cuentas y caminos a las más "apuntadas" a sus intereses.

Y allí se iban, los dueños, en solitarios, a la par con el hijo que va aprendiendo el oficio o incluso en familia si la feria en cuestión tenía motivo de fiesta que ofrecer. Arreaban el ganado con brío. Algunos iban. Otros venías desde todos los puntos de la provincia.
Los caminos a las ferias eran largos. Se hacían a pie de amanecer, sobre el último carámbano, arreando el ganado para coger sitio, porque en la feria, se sabe, el turno se cuece a primera hora de la mañana. En otras ocasiones se reunían barrios vecinos del mismo pueblo para entre todos hacer más llevadero el día. Las mujeres el día anterior preparaban la merienda "para comer un cacho" y no pasarse la jornada a estómago hueco.
Las ferias eran punto de encuentro para el trato de todo tipo de ganado, vacas, caballos, ovejas, cerdos y, cómo no, en esta zona donde tan necesario era para el trabajo del campo, los burros. Los burros eran demanda habitual de los gitanos, que siempre fueron los mejores en esto de las chalanerías: les miraban la dentadura, que era guía para conocer la edad del animal, el pelo, las pezuñas y la correa para comprobar "que obedece al estirón".
Luego entraba en escena el 'trato'. Se decía entonces (y casi se dice ahora, perdonen la xenofobia), que "nunca te fíes de un gitano". Con el trato iban y volvían, masticaban el precio, lo escupían más allá, departían a media voz con el primo y volvían con una nueva oferta. De estas recordaremos siempre a Manolo, gitano y cartules, que por cierto, todo hay que decirlo, tenían más educación que muchos de nosotros. "Sabían estar". Y con esto se dice todo.
¿Cuánto quieres por el churro? Manda tú. Esto te doy. Muy poco das tú. Menudo churro bueno te vendo. No será el mejor que tengas si no no lo venderías.
Así era el trato.
Baja un poco, hombre. Tendrás tú que dar algo más.
Se arremolinaba el personal alrededor de la partida y hasta en esto el trato tenía truco. Porque muchas veces el comprador, o el vendedor, apostaban aliados entre el gentío, que clamaban para empujar al acuerdo cuando la cantidad se interesaba.
Tendréis que echarlo al medio.
Por eso no vais a dejar el trato, venga.
Y se echaba al medio, claro. El apretón de manos sellaba el trato y el corro se dispersaba en busca de otros trueques.
Así eran los días de feria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario