ENTRESIERRASrd | Una mirada
a una imagen ya casi olvidada en la comarca y recuperada estos días gracias a
la nieve y a las bajísimas temperaturas
En estos días en los que las miradas se cambian
del cielo a la tierra, y se calculan en centímetros de nieve, encontramos
escenas que hacía tiempo que no figuraban en nuestros tejados.
Y al hilo del hilo, desempolvaremos del arcón una
de esas glorias de diccionario, que muchos (si no todos) utilizan como palabra
“de a diario” sin saber muy bien de donde viene realmente la conseja.
Nos referimos, si vieron ya la imagen, a esos
chuzos, a esos chuzos de punta claro, que tanto se amolan a las lenguas
vernáculas y modernas y que hace tiempo que se convirtieron en una especie de
leyenda rural.
Porque los charambiles, lo chuparmieles o los
chuzos (cada pueblo les pone el nombre que le viene en tradición) han aparecido
estos días en dinteles y tejadillos, en canalones y soportales, símbolos de un
tiempo que los mayores casi olvidaron y los jóvenes ni siquiera imaginaron.
“Cuando el invierno era, de verdad, invierno”.
Quienes, antaño, no conocieron los helados decían que
estos eran los helados que la Naturaleza les regalaba y había de venir el padre
o la madre, con la sabiduría de siempre, a advertir de que comiesen charambiles
“no fueran a salir sapos en la barriga”. Que, se sabe, no sería tal la amenaza
pero sí para evitar un catarro a destiempo o un dolor de tripa de varios días.
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