miércoles, 21 de febrero de 2018

La exposición ‘Batuecas 1600’ llega a la sala salmantina ‘La Calcografía’

ENTRESIERRASrd | La artista local María Gómez lleva su obra con un homenaje intimista al Santo Desierto de San José de Batuecas
 “… y porque no criase yerba, se empedró con piedras de río y pizarras toscas, haciendo éstas en su posición diferentes labores, aunque de poca labor, para que su pobreza excitase más la devoción que su pulidez la admiración…”       (J. Vázquez de Parga “ Memorias de las cosas particulares” Folio 24).
 Con esta frase presidiendo la exposición  La Calcografía recibe, por primera vez en una exposición individual, a la que es quizás una de las artistas salmantinas más importantes del panorama tanto nacional como internacional. Esta exposición titulada “Batuecas 1600” (año en que se empezó a construir el monasterio de S. José), nos sumerge en un mundo donde los personajes que lo habitan hacen meditación, rezan, reflexionan o ... vuelan.

El monasterio de Batuecas ha sido considerado por muchos como un paraíso terrenal, un jardín místico, un huerto cerrado (por la clausura impuesta en el desierto*), allí dónde se podía realizar una feliz edad de oro, viviendo como los primitivos cristianos: utopía soñada por muchas generaciones.
En la tradición eremítica de Oriente y Occidente, el hábitat natural, apartado de la civilización, formó parte de la vida de los ermitaños.
 Los primeros carmelitas del Desierto de S. José lograron, sin pretenderlo, racionalizar el mito regresivo de Batuecas –un recóndito valle tenido por mágico y cargado de leyendas- en una historia de progreso: domesticaron la naturaleza agreste haciendo ver  que ni en el valle ni en los montes que lo circundaban hubiese seres humanos extraños, que los montes estaban vacíos y que ellos, desde su proyecto espiritual, la fueron haciendo habitable. (1)[1]

María Gómez (Salamanca, 1953), asistió a clases en la Escuela de Artes y Oficios de Salamanca de pintura, dibujo y escultura. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona donde tiene su primer contacto con las galerías de arte. Y en el tercer curso se traslada a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. 
Un viaje a Nueva York en 1978 le descubre en el Moma a de Saul Steinberg. Viajó con una beca de intercambio a París en 1980-81, donde estudia Grabado con el maestro suizo Bruno Müller. Una nueva beca (1983) le permite ampliar sus conocimientos, esta vez en la Scuola Internazionale di Grafica de Venecia. En 1991 se traslada a Roma con una beca para la Academia de España. Numerosas exposiciones tanto nacionales como internacionales avalan su trayectoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario