lunes, 19 de marzo de 2018

Una matanza por los viejos tiempos

ENTRESIERRASrd | La Asociación Corral de Concejo de Los Santos desafía al mal tiempo y ofrece una jornada de fiesta y tradición con una participación masiva
Podría decirse, con afán de grandilocuencia periodística, que la Matanza Tradicional de Los Santos desafío al mal tiempo, que le pus buena cara o que no pudieron los elementos contra tan magna tradición.

En realidad, puestos en escena, ocurrió lo que tenía que ocurrir. Y es que siguiendo las tradiciones matanceras a pies juntillas, que antaño no se arredraban ante viento, lluvia o nieve (porque lo contrario suponía pasar 12 meses de necesidad), ante ese mismo viento, lluvia y nieve la Asociación Corral de Concejo se calzó los mandiles, afiló cuchillos y prendió la mecha de una jornada de fiesta y tradición que, por esto mismo, por el clima de esos inviernos de antaño que tanto repican en la memoria, se convirtió en una de las más típicas y expositivas de lo que era un día matancero en nuestros pueblos no hace tantos años.
A primera hora de la mañana, con la nieve pensando si cuajarse, una buena lumbre dio rodal de calor a la Plaza, donde manos y canillas fueron arrimándose para tomar fuerza, también a trago de aguardiente y diente a la perronilla. Y el invitado de honor, claro está sin querer serlo, un cebón de unas buenas 19 arrobas a ojo de subasta y apuesta, con carne de sobra para dar oficio al secadero.  Y también a las morcilleras, abuelas trabajadoras que lucharon contra estos mismos elementos sin parte meteorológico ni susto ni otras zarandajas.
Una comida a base de patatas meneás, con su tocino bien avenido, su carne asada, su fruta al postre y claro está que nunca puede faltar en fiesta santeña el santo de turno, que no es otro que el café de puchero de Mene. A renglón vespertino, los más pequeños disfrutaron del taller de cocina donde realizaron unos panes preñados y patatas asadas en la lumbre y luego gratinadas.
Cena , la morcilla , las chichas de la matanza , carne asada y vuelta el café de puchero.
Un brindis de aguardiente dio paso al inefable, Raúl Díaz de Dios, y su acordeón (que nadie lo conoció sin tal, cuenta) que dio qué bailar y qué disfrutar hasta buenas, hasta olvidar el sabañón, si lo hubo, o las manos y narices “engarañadas”.
Desde la Asociación Corral de Concejo, que vuelve a escribir otra página de la tradición comarcal, han querido agradecer a todos los que, pensando así, quisieron acompañar a la Matanza en este día tan especial haciendo grande la Asociación y dando sentido a su espíritu.
Santo, claro.

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