Podría decirse, con afán de
grandilocuencia periodística, que la Matanza Tradicional de Los Santos desafío al
mal tiempo, que le pus buena cara o que no pudieron los elementos contra tan
magna tradición.
En realidad, puestos en escena, ocurrió
lo que tenía que ocurrir. Y es que siguiendo las tradiciones matanceras a pies
juntillas, que antaño no se arredraban ante viento, lluvia o nieve (porque lo
contrario suponía pasar 12 meses de necesidad), ante ese mismo viento, lluvia y
nieve la Asociación Corral de Concejo se calzó los mandiles, afiló cuchillos y
prendió la mecha de una jornada de fiesta y tradición que, por esto mismo, por
el clima de esos inviernos de antaño que tanto repican en la memoria, se
convirtió en una de las más típicas y expositivas de lo que era un día
matancero en nuestros pueblos no hace tantos años.
A primera hora de la mañana, con la
nieve pensando si cuajarse, una buena lumbre dio rodal de calor a la Plaza,
donde manos y canillas fueron arrimándose para tomar fuerza, también a trago de
aguardiente y diente a la perronilla. Y el invitado de honor, claro está sin
querer serlo, un cebón de unas buenas 19 arrobas a ojo de subasta y apuesta,
con carne de sobra para dar oficio al secadero.
Y también a las morcilleras, abuelas trabajadoras que lucharon contra
estos mismos elementos sin parte meteorológico ni susto ni otras zarandajas.
Una comida a base de patatas meneás, con
su tocino bien avenido, su carne asada, su fruta al postre y claro está que
nunca puede faltar en fiesta santeña el santo de turno, que no es otro que el
café de puchero de Mene. A renglón vespertino, los más pequeños disfrutaron del
taller de cocina donde realizaron unos panes preñados y patatas asadas en la
lumbre y luego gratinadas.
Cena , la morcilla , las chichas de la
matanza , carne asada y vuelta el café de puchero.
Un brindis de aguardiente dio paso al
inefable, Raúl Díaz de Dios, y su acordeón (que nadie lo conoció sin tal,
cuenta) que dio qué bailar y qué disfrutar hasta buenas, hasta olvidar el
sabañón, si lo hubo, o las manos y narices “engarañadas”.
Desde la Asociación Corral de Concejo,
que vuelve a escribir otra página de la tradición comarcal, han querido
agradecer a todos los que, pensando así, quisieron acompañar a la Matanza en
este día tan especial haciendo grande la Asociación y dando sentido a su
espíritu.
Santo, claro.
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