ENTRESIERRASrd | En torno a diez millones de personas se
sienten ciudadanos de segunda y reprochan al Estado su incomparecencia
SERGIO DEL MOLINO | EL PAÍS Hay
una España que no viaja en AVE. Una España sin niños ni cines ni teatros. Una
España sin equipos de fútbol en Primera División y sin banda ancha para ver
series norteamericanas.
Una España de la que el resto del país solo se acuerda
en vacaciones o durante el recuento electoral, pues se le echa la culpa de ser
conservadora y un lastre para el progreso, por aquello de que el voto de un
soriano equivale al de cuatro madrileños, más o menos. Es una España sin
médicos ni escuelas, o con médicos y escuelas que están muy lejos, a veces a
cien kilómetros. Una España sin empresas ni bancos ni inversores. La llamé la
España vacía, una expresión que ya no me pertenece y que no disimula la
paradoja que esconde: en esa España vacía hay gente. Dispersa, envejecida y sin
peso político, pero tan real como la de cualquier gran ciudad | LEER ARTÍCULO COMPLETO
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