lunes, 12 de marzo de 2012

¿Qué será de los 700 niños del padre Juan?


Más de 700 jóvenes y niños, de entre 3 y 18 años, procedentes de 30 países de cuatro continentes conviven en el colegio-internado de La Inmaculada, en el municipio de Armenteros, en Salamanca, cuyo futuro se encuentra seriamente amenazado por la falta de fondos debido a la crisis.

Se trata de una institución atípica, con más de 60 años de vida, en la que se acoge y educa tanto a hijos de ministros y mandatarios de otros países como a huérfanos y niños de familias sin recursos y que ahora tiene complicado seguir adelante con la obra iniciada por el padre Juan, alma del proyecto, según relata el coordinador de la plataforma en defensa del colegio, José Juan Santos.

En la actualidad el centro, que se ubica en un pequeño municipio salmantino de menos de 400 habitantes, cuenta con un centenar de trabajadores, entre profesores, personal de limpieza, cocina, jardineros, ayudantes y otras labores, de los que la mitad lleva varios meses sin poder cobrar sus nóminas por el retraso y el recorte de las ayudas institucionales.



A esto se unen las facturas de los proveedores, ya que se trata de un centro de estancia completa de la mayor parte de los alumnos, "lo que genera unos costes diarios muy importantes", explica Santos.

Aunque "nunca ha sido fácil" sacar adelante el proyecto, como reconoce el padre Juan, de 84 años, ahora han llegado "a una situación muy complicada", ya que las subvenciones de las distintas instituciones con intereses en el centro no están llegando.

Procedentes de países como Jamaica, Guinea, Honduras, Alemania, República Dominicana, Nigeria, Thailandia o China, los internos comparten vida con chicos y chicas de toda España y de la propia provincia de Salamanca en la que se encuentra el colegio.

Un recorrido por el centro permite ser testigo de una experiencia singular de integración a todos los niveles, donde cada alumno recibe el mismo trato independientemente de sus recursos económicos, su procedencia o raza.

Aunque existen normas de comportamiento, horarios que cumplir y tutores encargados de cada grupo, este conglomerado humano con un porcentaje muy elevado de adolescentes "no se podría dominar si no es con el corazón", subraya el padre Juan, que sostiene que "los chicos se esfuerzan por ser buenos si les quieres, por eso hay que darles todo el amor" que se pueda.

Los niños llegan al colegio por dos vías fundamentalmente, a través del boca a boca, de madres necesitadas "que prefieren dejar aquí a su hijos antes que entregarlos a una institución o que se los quite la administración", o por las misiones que se encuentran repartidas por todo el mundo, además de los padres que optan por que sus vástagos estudien aquí.

Santos explica que muchos de los pequeños que allí viven son hijos de prostitutas, niños recogidos en la calle por asociaciones o gobiernos o jóvenes desamparados y desde hace unos años también se hacen cargos de adolescentes que llegan en pateras, y a los que se les instruye.

Junto a estos, conviven hijos de ministros o de reyes de tribus, sobre todo de Guinea Ecuatorial, país con el que llevan trabajando desde hace décadas hasta el punto de que en la actualidad "los mejores puestos del gobierno de este país han salido de aquí".

El mantenimiento del Colegio supone un gasto anual de más de 800.000 euros y en estos últimos años han asistido a un recorte constante de las subvenciones de comedor y de ayudas al profesorado.

El coordinador de la plataforma en pro de este colegio destaca "que se da la paradoja de que los maestros que son pagados por la Junta de Castilla y León están cobrando puntualmente, mientras que su compañero de la clase de al lado lleva varios meses sin recibir nada".
Para aliviar esta situación se ha organizado una cena benéfica de recaudación de fondos en la que colaboran todas las instituciones y estamentos salmantinos y que se ha programado además como un homenaje a la figura del padre Juan.

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