miércoles, 18 de diciembre de 2013

La Virgen de la Paz de San Esteban de la Sierra esperará a tiempos mejores para su restauración definitiva

La Virgen de la Paz ya brilla “casi” como nueva con su nuevo “maquillaje” en la iglesia de San Esteban de la Sierra. Tras meses de duro trabajo, debido al pésimo estado de la talla, Jesús Manuel Monforte (párroco de la comarca) y José Luis Claramunt Sánchez, han conseguido devolverle la “gracia” a una de las advocaciones más antiguas y singulares de la Sierra de Francia. No en vano a esta imagen de San Esteban (quizás gótica del siglo XV o de estilo flamenco castellano del siglo XVI) le rendía culto una Hermandad o Cofradía de Nuestra Señora de la Paz desde tiempo inmemorial... Desde el pasado sábado 14 de diciembre vuelve a presidir el culto de los feligreses con un rostro más “juvenil y renovado”

Proceso de restauración

El proceso para su restauración ha sido arduo, difícil y lento pues la imagen había sido cubierta con un repinte moderno, el cual, al ser retirado, se descubrió que la policromía original se había perdido en un 90%: encarnadura de la cara, manos y niño sin poder recuperar…, el manto se había lijado y por tanto se ha perdido casi toda la policromía sobre el oro (que ya no queda). Tan solo conserva el estofado de pan de oro en el vestido de la Virgen...
Durante los trabajos se le han retirado los repintes de vestido y encarnadura y se ha vuelto a pintar dejando debajo lo original, en previsión de que en algún momento se puedan conseguir fondos económicos para su restauración por profesionales, ya que lo que se ha rehecho se puede fácilmente quitar.
La decisión de realizar esta restauración parcial o momentánea se ha llevado a cabo para poder seguir exponiendo la Virgen de la Paz al culto.
Por su parte el retablo-peana es antiguo. También se ha limpiado de repintes y se ha vuelto a barnizar y dorar. Estos trabajos han sido realizados por José Luis Claramunt Sánchez.

Historia de la Virgen de la Paz

Leyendo el libro de Registro, en uno de los inventarios de la parroquia de San Esteban de la Sierra, aparece esta advocación de la Virgen de la Paz; parece ser que hubo una cofradía con ese nombre en el pasado, y dada la antigüedad de la talla, atribuida al gótico flamenco, podría ser esta imagen.

La Advocación de la Santísima Virgen María como Nuestra Señora de la Paz, se originó en la ciudad española de Toledo, hacia fines del siglo XI. Desde ahí se extendió su devoción por toda España, y más tarde pasó a América, donde todas las naciones que fueron dominadas y civilizadas por España profesaron una veneración muy especial por Nuestra Señora de la Paz. Está estrechamente ligada a San Ildefonso, que fue uno de los más importantes obispos de la Iglesia en España y uno de esos grandes maestros en la fe a los que los creyentes llaman "doctores"... 
Entre sus abundantes enseñanzas destaca un entrañable amor a la Santísima Virgen María, que se esforzó por hacer venerar cada vez más en su Toledo del siglo VII y desde allí en toda la Península. En la vida de San Ildefonso, arzobispo de Toledo y devoto fervientísimo de la Virgen María, se relata cómo el 18 de diciembre del año 645, tras el décimo concilio toledano, el santo prelado, en compañía de su séquito, se dirigió pasada la medianoche a la Catedral para cantar los maitines. Al tiempo de entrar se produjo en el altar un fuerte resplandor que no podían resistir los ojos corporales. Los acompañantes de San Ildefonso huyeron asustados, pero éste avanzó resueltamente y vio a la Santísima Virgen, que había descendido de los cielos y estaba sentada en el trono episcopal del santo. La Madre de Dios habló con dulces palabras a su fiel servidor y le entregó una casulla (manto festivo para celebrar la Santa Misa), después de lo cual desapareció. Por aquel particular beneficio, la Iglesia de Toledo decretó que el día 24 de Enero, un día después de la fecha en que se conmemora la muerte de San Ildefonso, se celebrase en todo el arzobispado, con festividad especial, el memorable descenso de la Virgen María a la Iglesia Catedral. Por lo tanto, desde el siglo VII, la Catedral de Toledo quedó consagrada a la Santísima Virgen.

Proclamación como “Reina de la Paz”

Su nombre de Nuestra Señora de la Paz le fue impuesto tres siglos después, en el año de 1085, por un acontecimiento memorable que pasamos a relatar. Precisamente en el año de 1085, Alfonso VI, llamado el Bravo, rey de Asturias y de León, reconquistó de los moros la ciudad de Toledo. Una de las condiciones estipuladas en el tratado de paz fue la de que el templo principal de la ciudad quedase como mezquita a los moriscos. El rey Alfonso firmó el tratado y enseguida se ausentó de Toledo, dejando a su esposa, la reina Constanza como gobernadora de la plaza. Pero sucedió que los cristianos consideraron como cosa indigna que, si eran dueños de la ciudad, no lo fuesen de la Iglesia Metropolitana consagrada a la Santísima Virgen. Don Alfonso anunció a los solicitantes, que la Catedral quedaría en poder de los infieles como lo había prometido. Pero en ese momento se produjo un acontecimiento extraordinario, que todos tomaron como una señal de que Dios había escuchado sus plegarias.
Los moros tomaron en consideración el peligro a que se exponían si mantenían el culto a Mahoma en la iglesia principal de aquella ciudad cristiana y enviaron al encuentro del rey a una comitiva de sus jefes. Los embajadores salieron de Toledo y, postrados ante Don Alfonso, le suplicaron que perdonase a los cristianos y que se comprometieran a devolverle la Catedral. Grande fue el regocijo del rey y el de su pueblo que vieron en aquella solución inesperada una obra de la Divina Providencia.
El monarca ordenó, con el beneplácito del arzobispo y de todos los fieles que, al día siguiente, precisamente un 24 de enero, se tomase posesión de la Catedral y se hiciesen festividades especiales en honor de la Virgen María de la Iglesia Metropolitana, a la que, por haber restablecido la paz en la fecha de su fiesta, se la veneraría en adelante como a Nuestra Señora de la Paz. Aquel 24 de enero de 1085, se realizaron en Toledo magníficas ceremonias y espléndidas procesiones en honor de Nuestra Señora de la Paz, con cuyo título se venera hasta hoy a la Madre de Dios. Desde entonces, primero toda España, después América, fueron reconociendo con gratitud este título a la Santísima Virgen.
La advocación de la Virgen de la Paz se remonta al último cuarto del siglo XI. Corría el año 1085, y en Toledo acababa de reiniciarse una encarnizada lucha por la posesión de la Catedral entre los mahometanos, que querían conservarla como mezquita, y los cristianos, que estaban decididos a recuperarla como catedral, cuando milagrosamente los jefes musulmanes decidieron devolverla a los seguidores de Cristo. Era la víspera del 24 de enero, al día siguiente con solemnes cultos la Madre de Dios era aclamada como Nuestra Señora de la Paz. Desde entonces, primero toda España y después América, fueron reconociendo con gratitud este título a la Santísima Virgen.
Se podría decir que el antecedente iconográfico de la Virgen de la Paz es la conocida escena de la Virgen imponiendo la casulla a San Ildefonso ya que es a este Santo al que se debe el que cada 24 de enero se rememorase el milagro acaecido en el siglo VII. Según la tradición, una noche de diciembre al entrar la procesión del arzobispo en la Catedral para el canto de maitines, el templo apareció iluminado por un fuerte resplandor: la Stma. Virgen aparecía sentada en la Cátedra del Obispo indicando así su aprobación a las enseñanzas del Santo, entre ellas los escritos en defensa de la virginidad de María, y por ello lo obsequió con una casulla para celebrar Misa.
San Ildefonso murió un 23 de enero y por ello el 24 del mismo mes fue el día elegido para recordar cada año este prodigio; el hecho de que los musulmanes no lucharan por lo que consideraban su Mezquita ocurriera también el mismo día de la muerte del Santo, ha hecho que ambos milagros se relacionen, y por tanto la festividad de la Virgen de la Paz se celebra el mismo día en el que se recuerda el milagro de la Imposición de la Casulla por la Virgen a San Ildefonso.

Oración a Nuestra Señora de la Paz

Señora del mundo y Reina de la Paz, abraza a los hombres en la caridad, aleja los odios de la humanidad, y lleva a tus hijos al místico hogar. Tú eres la Madre del Rey de la Paz; por eso Tú puedes del suelo alejar la sangre y el llanto, la muerte y el mal. ¡Entrega a los hombres el don de la Paz!

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