© Axel Asb Estaba
empachada de luz, satisfecha, aun no pudiendo dar más. Repleta en su orgullo de
luna ahora creciente, ahora menguante. Esa noche se armó de valor y poder para
hacerle competencia sin igual a su competidor diurno habiéndole robado parte de
su prepotencia. Y saciada como estaba, fue capaz de proyectar las más lúgubres
sombras sobre la carretera mientras paseábamos. Creó la visión perfecta a ambos lados del
camino mientras nos alejábamos. Tal vez el silencio de la noche la hacia más
poderosa y protagonista. Solo al darnos la vuelta para volver, allá a lo lejos,
las pequeñas luces del pueblo rivalizaban con ella rendidas a la evidencia del
momento.
Aquella noche era noche de perseidas. Y seguro que las hubo...pero no las vimos, porque esa noche de plenilunio era suya, fastuosamente suya.
Solo Sabina, al cruzarnos con ella y mientras jugaba con su linterna, fue capaz de devolverme a la realidad. Solo era un paseo nocturno por la carretera de Los Santos.
Aquella noche era noche de perseidas. Y seguro que las hubo...pero no las vimos, porque esa noche de plenilunio era suya, fastuosamente suya.
Solo Sabina, al cruzarnos con ella y mientras jugaba con su linterna, fue capaz de devolverme a la realidad. Solo era un paseo nocturno por la carretera de Los Santos.
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