sábado, 17 de enero de 2015

‘Mirái’ como se ‘escuende’ tras la Peña de Francia…

La luz del invierno en la Sierra
huele a tiempo pasado,
a escarcha,
a leña desnuda al sol,
dormida,
silbando la melodía de los vientos
que recorren las laderas.

La luz del invierno se asoma
a los robles quejumbrosos
y los arrulla
con la nana de una nueva estación.
Ya viene.
Poco a poco.
Se acerca.

La luz del invierno es
en estos días
tenue, casi una caricia.
Con ella el musgo se despereza
y la piedra llora
sus anhelos de luna.

Los hielos
construyen castillos en los umbríos,
reptan por el asfalto de la carretera
y se encaraman a los carteles
de "curva peligrosa".

Viejos corrales y caserones
desafían al dios Invierno
 ateridos de frío, pero
orgullosos de lo que un día fueron.
Contrasta con ellos la humilde patrona
de las entrañas del monte,
en su ermita silenciosa
 de sobrio granito
herido de rendijas.

Santa Bárbara,
mirái.

Mirái desde el refugio
la luz del invierno,
mirái cómo se escuende
tras la Peña de Francia,
que la ve pasar,
impasible,
un día más.
Mirái.
Los pinos dormitan,
los robles tosen y los caballos blancos
beben el rocío de la hierba.

 La luz del invierno
abandona Béjar,
roba el dorado a sus murallas
y escapa,
mientras la nieve se torna negra
en la Sierra.

David Panchuelo
Corresponsal ENTRESIERRASrd


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