Con
motivo de la celebración del Día del Libro traemos hoy uno de los fragmentos
más emocionantes de la novela, ese momento en que Juana Hernández, la Moza
Santa de Sequeros, resucita durante su entierro para profetizar el hallazgo de
la Virgen de la Peña de Francia.
Sequeros,
año 1424
Al amanecer, por encima de las cabezas plañideras que aguardaban la
salida de la comitiva fúnebre, la sombra de cuatro hombres portando un féretro
de escueta madera de roble se recortó sobre la puerta del arriero. La madre de
la joven, escuálida y sin color alguno en sus mejillas, ocultaba su rostro en
un pañuelo inmaculadamente blanco. Las estrellas aún brillaban en el cielo de
la sierra. Y en el suelo. Y en las manos. Y en los ojos.
Alguien inició un rosario
que fue seguido a coro por varias voces cansadas. Un fuerte olor a incienso y
rosas se escanció por los rincones. Y entonces ocurrió.
Al pasar junto a la Cruz,
la Cruz de devoción de la desgraciada Juana, erecta cual pilar frente a su
casa, entonces, una voz sonó con gran temblor y fuerza acallando cuanto sonido
cruzase el aire. Hasta las campanas dejaron de sonar.
Y el humilde ataúd de
Juana se abrió. Lentamente. Como dando tiempo a que los corazones amoldasen sus
latidos a la magnificencia del milagro que llegaba. El féretro se abrió y,
resucitada de entre los muertos, los ojos blancos como un rostro sin mirada, la
joven se incorporó con suavidad y comenzó a recitar una oración. Alguien cayó
de rodillas, alguien lloró y los más cayeron de rodillas llorando. Santos
contempló boquiabierto a su hija resucitada, los ojos desencajados del susto. Y
pensó en los lobos.
Luego Juana, mirando a su
madre con sus ojos blancos, dijo con la voz serena:
-
Devolved
lo que fue robado con malas artes, no manchéis vuestras almas con pertenencias
ajenas que no os fueron designadas, pues el Altísimo hará caer sobre vosotros
su Divina Justicia. Caminad puros y sin remordimientos, pues el castigo que
habréis de recibir será ciertamente mucho más duro que la recompensa de poseer
unas tierras que no os pertenecen. Más escuchadme con atención y no
desfallezcáis de terror y tormento. Volved vuestro rostro a la Peña de Francia
y rezad a la Virgen María, pues allí está escondida hace doscientos
años una imagen suya que pronto será manifestada y por ella hará Nuestro Señor
muchos milagros. Esta gloriosa imagen ha de ser mostrada a un hombre de buena
vida y allí, en aquel mismo lugar, a reverencia de la Madre de Dios, ha de
hacerse otro monasterio de los Frailes Predicadores, allí será Dios y su
bendita Madre de las gentes cristianas. Porque ha de ser casa de mucha devoción
y vendrán muchas gentes de extrañas tierras y naciones con gran devoción a
buscar a la Madre de Dios y su bendita imagen.
La resucitada comenzó a entonar una
cancioncilla desconocida. Santos se acercó a su hija y, preso de la emoción, le
tomó la mano y comenzó a besársela. Juana, los ojos aún en blanco, los enfocó
hacia él y sonrió.
-
Padre mío –dijo Juana hablando a media voz-,
tú salvaste mi alma y por ello serás recompensado. Capitán aguarda ansioso a su
amo junto a Majadas Viejas.
Santos asintió con la cabeza y comenzó a
derramar un llanto ligero, mezcla de alegría y miedo, mezcla de fe y
hechicería.
-
Escuchadme, mis buenos vecinos –volvió a
entonar la joven-, y reconfortáos en mis palabras, pues allá donde la víspera
de la festividad de la Cruz veáis cruces que ardan en fuego, allí el Señor
erigirá por medio de su fuerza divina santuarios para su adoración. Y guardaos
vuestros temores de las Alturas, pues es también deseo del Dios Todopoderoso
que, en recompensa por la inquebrantable fe y esperanza que todos ustedes
profesan hacia su Majestad, ninguna tormenta, de aquí hasta la venida del
Juicio Final, causará mal alguno en esta aldea, porque la ha tomado en
protección bajo su manto. Así me fue confiado su Deseo, a través de su Madre
Santísima, nuestra Madre del Robledo.
Dicho esto la joven volvió a recostarse
lentamente sobre el ataúd de roble, cerrando los ojos y cruzando los brazos
sobre el pecho, las manos aferradas a su rosario, como si nada hubiera
ocurrido. Por segunda vez, en medio del absoluto silencio, Juana Hernández, la
Moza Santa, la Profetisa de Sequeros la llamaron desde entonces, había vuelto a
morir.
Entonces los cielos se nublaron con
espesas nubes negras que comenzaron a iluminarse en cientos de relámpagos y
centellas. Pero no llovió. Y ningún rayo cayó sobre Sequeros. Las sabias y
proféticas palabras de la moza resucitada comenzaban a hacerse realidad.
Puntos de
venta
Si aún no
tienes tu ejemplar de 'La Montaña Dorada' ya puedes conseguirlo en los
diferentes puntos de venta repartidos:
- Hotel
Antiguas Eras de La Alberca
-
Tienda/Hospedería de la Peña de Francia
-Oficina
de Turismo de Sequeros
-Papelería
Ana, en Linares de Riofrío
-Bar de
los Jubilados, en Santibáñez de Béjar
-Hotel-Restaurante
Candela y Plata, Puerto de Béjar
-Centro
Cultural Bizarte en Béjar (Calle Mayor, 37)
También
puedes conseguir tu ejemplar por correo postal, solicitándolo a través del
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