ENTRESIERRASrd
| Valdehijaderos devolvió al patrón a su ermita en una
fiesta de devoción y buen yantar
© David Panchuelo El pasado fin de semana
volvió a reunir a vecinos y allegados del pueblo de Valdehijaderos en torno a
su tan venerado patrón San Marcos.
Mientras el reloj del Ayuntamiento de
Valdehijaderos elevaba sobre los trinos de los pájaros las cinco campanadas que
marcaban la hora en la tarde de un caluroso sábado, en medio de un ambiente de
naturaleza exuberante, entre prados brillantes de verdor y fresnos altivos
saludando al sol, un goteo constante de familiares y amigos iba llegando a
refugiarse a la sombra de la iglesia parroquial, templo alzado a las afueras
del pueblo que solía recibir a los ganados trashumantes a la vera misma del
antiguo Cordel.
Sábado, 9 de mayo, era la fecha elegida para
retornar a San Marcos a su ermita, tras ser llevado en procesión por el pueblo
hasta la iglesia durante su festividad celebrada el pasado 25 de abril, bajo un
cielo encapotado que distaba mucho del límpido azul que se extendía de uno a
otro horizonte en esos momentos.
Reunidos los vecinos y, tras una breve oración,
San Marcos salió del templo portado por cuatro hijos del pueblo, arropado por
los cánticos en su honor que se iban sucediendo en el camino entonados por la
comitiva de en torno a cincuenta personas que lo acompañaba.
Llegados a la pequeña ermita, se celebró una
misa con la que se cerraron los actos litúrgicos en honor a San Marcos por este
año, no así los festivos, que se prolongaron durante el resto del fin de
semana. De este modo, al finalizar la misa, tuvo lugar en los alrededores de la
ermita un convite ofrecido por el Ayuntamiento a base de dulces típicos y
refrescos.
Acto
seguido arrancaron los preparativos de la II Parrillada Popular de
Valdehijaderos, unos fueron a por la leña para el fuego, otros a por los
utensilios necesarios. Las Antiguas Escuelas volvieron a ser el escenario de
una nueva cita gastronómica de hermandad que, pasadas las nueve de la noche,
acogió a unos sesenta comensales que degustaron los chorizos, pancetas, magros
y costillas que se preparaban afuera.
No faltó por supuesto el vino, seña de identidad
de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia en que
Valdehijaderos se ubica, así como los aguardientes, licores y una exquisita tarta
de queso que fueron el colofón para una noche de mayo que bien parecía
enmarcada en las fiestas de verano.
Pero ahí no acabó todo, los organizadores de la
parrillada aún tenían fuelle para más, de modo que al día siguiente, el
domingo, sobre la una de la tarde, la leña volvió a crepitar en el fuego para
cocinar un arroz con costilla que hizo las delicias de los asistentes, en un
fin de semana de gastronomía tradicional no apto para quienes pretendiesen
guardar la línea, pero sí muy aconsejable para todos los que quisieron
reencontrarse con su pueblo y con su gente.
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