ENTRESIERRASrd | Los vecinos de Los Santos aún
guardan una de las tradiciones más antiguas de nuestra historia: la de los
recién casados arando los campos
Lamentablemente, en los tiempos urbanitas que nos toca
vivir, 'ser de pueblo' es una expresión que en líneas generales tiene una
connotación negativa, relacionando el apelativo con retraso cultural,
analfabetismo e ignorancia.
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Fotografías : Casilda Merino
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Más allá de ese cliché, contra el que luchamos diariamente
desde esta plataforma informativa, entendemos que 'ser de pueblo' es otra cosa,
y en sentido positivo, es una manera diferente de afrontar la vida, dando
sentido a aspectos culturales y tradicionales que se convierten en señas de
identidad. 'Ser de pueblo' es, en última instancia, aferrarse a la propia
esencia y cultivarla en todos los sentidos. Sin estrecheces mentales.
Y en ese sentido, son los pueblos, y sus moradores, los que
guardan aún tesoros etnológicos de incalculable valor, joyas de nuestra propia
historia a veces ya perdida y solo encontrada en los libros de historia. Un
ejemplo de estas viejas tradiciones ya perdidas, y solo guardadas en algunos
pueblos como tesoro que pasa de generación en generación, se pudo vivir el
pasado fin de semana en el municipio de Los Santos.
Allí, Marta e Isma contrajeron matrimonio y sus amigos,
siguiendo la tradición ya olvidada, los llevaron a las afueras del municipio a
arar los campos. Es un acto que entrelaza la tradición y la más pura
gamberrada. Los novios, uncidos como bueyes, deben tirar de un arado para
labrar la tierra. Signo de fertilidad, rito ancestral en busca de la
prosperidad, los recién casados araron los campos como buenamente pudieron
entre risas, ánimos y aplausos. Una tradición, la de arar los campos tras la
boda, que va más allá de lo que somos, porque conecta generaciones con el
inicio de los tiempos, milenios atrás.
Suponemos, aunque es mucho suponer, que trasladado el rito a
la 'gran ciudad', los novios de la urbe deberían pasarse por un centro
comercial y tirar de carros metálicos cargados de viandas. Pero no será lo
mismo porque bien se sabe que la semilla no arraiga en el asfalto sino en la
tierra. Y esa, por suerte, sigue siendo propiedad de 'los de pueblo'.
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