ENTRESIERRASrd
| De la mano de Pedro
Sánchez Gómez, nos acercamos a uno de los episodios más oscuros de la historia
comarcal: la llegada a Colmenar de una partida de maquis en 1946
Maquis
es el nombre genérico por el que se conoce a los grupos armados clandestinos
que practicaron las técnicas de combate de guerrilla especialmente en el medio
rural y natural, durante la Guerra Civil Española y su posguerra. Maquis
significa "resistente" y designa a grupos de guerrilleros que
formaban parte de la denominada Resistencia Francesa durante la II Guerra
Mundial.
Un
episodio del que apenas se habló en muchos años porque suscitaba recelos y
malos recuerdos en la población, fue la llegada de una partida de maquis a
Colmenar de Montemayor. El resumen de la narración está basado en unas notas
inéditas del hijo del secretario del Ayuntamiento en aquella época, que participó activamente en algunos
episodios y fue testigo directo de los hechos.
"Hemos
llegado a este pueblo, desorientados y necesitados de alimentos y dinero"
En
un día frío de mediados de enero de 1946, la tarde del 11 concretamente, un
grupo de seis guerrilleros armados -maquis- entraron en el pueblo por el camino
de las Nogales procedentes de las Hoyas y llegando a la Plaza Mayor accedieron al palacete (con origen en
finales del XVII), ya que, según explicaron después, dada la estampa señorial de la casa, intuyeron
que allí vivía alguien con posibles y responsabilidades en el pueblo. Desde
allí, a punta de pistola y con él como rehén, se dirigieron a la casa del Jefe
de la Falange, quedándose cuatro de ellos vigilando en la plaza del Solanillo.
Enteradas
las autoridades locales, -el secretario, el alguacil y el juez, de lo que
estaba ocurriendo, se dirigieron hasta la casa del falangista donde el
secretario solicitó a los que hacían guardia a la puerta que se identificaran,
pero fue encañonado por uno de los guerrilleros que le arrebató la cartera y
dirigiéndose a los demás gritó: “¡Tenemos al Secretario del Ayuntamiento!”
obligándole a entrar en la casa.
En
el interior, el que parecía ser el jefe, les explicó a los presentes que eran “guerrilleros antifranquistas”,
"los que conocéis como maquis - dijo - y no queremos hacer daño a nadie.
Hemos llegado a este pueblo, desorientados y necesitados de alimentos y dinero
y nuestra intención es obtenerlos y seguir el camino hacia el Norte".
Exigieron bajo amenaza de muerte que le dieran el nombre de dos familias
acomodadas del pueblo para recoger los productos que necesitaban. Salieron
todos, rehenes y maquis, camino de la casa que los presentes les indicaron como
las más adecuadas para cumplir la petición de los guerrilleros. Preguntaron
dónde estaba el estanco y al pasar por él se apropiaron de varios paquetes de
tabaco y una botella de coñac.
En los domicilios les exigieron la entrega de los alimentos que fueron metiendo en un saco, llevándose también como rehén a uno de los propietarios. Las treinta mil pesetas exigidas debían ser llevadas a la tapia del cementerio viejo. Si en una hora no les eran entregadas, amenazaron con ejecutarlos. A petición del jefe de falange, accedieron a dejar en libertad al Secretario para que reuniera el dinero, porque consideraron que era la persona idónea para tal fin.
En los domicilios les exigieron la entrega de los alimentos que fueron metiendo en un saco, llevándose también como rehén a uno de los propietarios. Las treinta mil pesetas exigidas debían ser llevadas a la tapia del cementerio viejo. Si en una hora no les eran entregadas, amenazaron con ejecutarlos. A petición del jefe de falange, accedieron a dejar en libertad al Secretario para que reuniera el dinero, porque consideraron que era la persona idónea para tal fin.
El
cura era partidario de "abatirlos a tiros"
En
la Plaza Mayor se había reunido un pequeño grupo vecinos entre los que se
hallaba el cura y el juez, a los que el secretario contó lo que pasaba. El
párroco, en su condición de alférez-capellán del Ejército durante la guerra,
era partidario de apostarse en las cercanías del lugar y abatirlos a tiros. El
buen criterio del juez hizo desistir a los presentes de tal acción,
recriminándole al cura que en vez de calentar el ambiente se dedicara a rezar
que era lo suyo, y así se evitó una posible masacre.
El
Secretario se entrevistó con el
depositario del Ayuntamiento, y
de común acuerdo sacaron ocho mil
pesetas de los fondos que éste último custodiaba. La esposa del rehén
entregó trece mil y entre el resto de
vecinos, haciendo el cura de intermediario, juntaron las nueve mil restantes.
Con
las treinta mil pesetas reunidas, el secretario se acercó a las tapias del
cementerio y se las entregó a los maquis que, una vez en su poder, dejaron en
libertad a los detenidos y partieron por el camino de las Hoyas con rumbo
desconocido.
Como
era su obligación, inmediatamente intentaron poner los hechos en conocimiento
de las autoridades provinciales pero no lograron comunicarse porque, el único
teléfono existente en el pueblo era el de la empresa que suministraba
electricidad y, como era muy corriente, no funcionaba. Se acordó que una
persona se acercara a Horcajo donde había otro teléfono de la misma empresa y a
las dos de la madrugada lograron contactar con el puesto de la Guardia Civil de
Ledrada, con la esperanza de que en poco tiempo llegaría la fuerza pública.
Quedó
todo el pueblo confundido, agraviado y desamparado
Como
a las nueve de la mañana del día 12 no se tenían noticias, se desplazaron hasta
Béjar el Alcalde, que se había incorporado al grupo, el Secretario, el Jefe de
Falange y un concejal, y desde allí, en taxi, viajaron hasta Salamanca para
visitar al Gobernador Civil, que a la sazón era don Diego Salas Pombo, para
informarle de lo sucedido.
Los
recibió con actitud distante y desconsiderada diciéndoles que ya tenía noticias
de los hechos y que en los próximos días se desplazaría hasta Colmenar.
El
día 13 llegó al pueblo una camioneta con una docena de guardias civiles, un
coche con un coronel, un capitán y un teniente de la benemérita y por la
tarde un coche con el Gobernador Civil y
dos acompañantes
La
autoridad provincial se indignó mucho con las autoridades locales, destituyendo
en el momento a la mayoría de ellos, y
también con los vecinos a los que reunió en el portal de la Iglesia y
tildó de cobardes. Dicho lo cual el ínclito Poncio se marchó y dejó a todo un
pueblo confundido, desamparado, agraviado y con la sensación amarga de no haber
hecho lo que de ellos esperaba Su Excelencia el Señor Gobernador, que no era
otra cosa que haber repelido bravamente la agresión de “los maquis”, a sabiendas
de que muchos caerían muertos, heridos o lisiados para toda la vida.
La
noticia apenas tuvo eco en la prensa
local, tan sólo una reseña de la visita del Gobernador, sin mencionar
los problemas que le habían llevado hasta allí y ni una palabra de la irrupción
de los maquis en el pueblo.
Un
capitán y dos números de la Guardia Civil tomaron declaración al jefe de
Falange, a los otros dos secuestrados y al secretario. La conclusión final fue
que pocos días después una pareja de la Guardia Civil de Ledrada, cumpliendo
órdenes de la superioridad detuvo al secretario, al que se le acusó de
“colaborador necesario” siendo
encarcelado.
El
chascarrillo de la deshonra
Un
grupo de más de treinta vecinos, encabezado por el jefe de Falange, pero entre
los que no se encontraba ni el cura ni ninguno de los vecinos considerados “de
derechas de toda la vida” se desplazó a Salamanca para gestionar su liberación,
avalando el buen comportamiento del secretario en los sucesos y consiguiendo su
puesta en libertad después de veintiún días de cautiverio.
Las
gentes de Colmenar durante varios años tuvieron que cargar con esa cruz y con
el “sambenito” de cobardes y fueron objeto de burlas, chanzas y
descalificaciones en los pueblos de la comarca, con chascarrillos como: “Si
queréis comprar gallinas id a Colmenar” o “Eres de Colmenar, pues no se hable
más: cua… cua… cua…cua”.
Por
todo esto y por los malos recuerdos que el suceso dejó entre los lugareños, en
Colmenar se eludía contar el episodio, guardándolo en el lugar más recóndito de
la memoria porque era mejor “no meneallo”. Hoy, transcurridos setenta años, lo
sacamos a colación sin otra intención que la meramente informativa.
(c)
Pedro Sánchez Gómez
¿TE GUSTA?
Mi pregunta es la siguiente, por las fechas esta partida de maquis ¿sería la misma que estuvo en el pueblo de Los Santos en la que mataron a algunas autoridades? Yo desde niño oí contar la historia a mi padre, años ha fallecido, y que era del cercano pueblo de Casafranca. Agradecería alguna información al respecto. Saludos cordiales.
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