ENTRESIERRASrd | Un
estudio de la Universidad del País Vasco sobre la ecología del pastoreo alerta
de que la ausencia de rebaños favorece las emisiones de CO2
El pastoreo de montaña, además de generar un
importante impacto social, cultural y ambiental en su entorno, es clave también
para el mantenimiento de los pastos, que son un patrimonio natural de gran
valor ecológico.
Por ello, tal como explican desde la revista
Ambiemtum, el descenso de esta actividad, hecho que se está produciendo
actualmente de forma progresiva en todo el interior rural de España trae
consigo unos importantes cambios en la composición vegetal y microbiana del
suelo y, por lo tanto, una pérdida en la diversidad florística y en la calidad
nutritiva del pasto, así como un aumento de las emisiones de CO2, lo cual
tendría numerosas consecuencias en cadena que afectarían, incluso, al ámbito
socio-económico.
Esta es una de las conclusiones a las que ha
llegado el grupo de investigación ‘Ecología del pastoreo e interacción
suelo-planta-herbívoro’ de la UPV/EHU, formado, entre otros, por Arantza
Aldezabal e Iñaki Odriozola, ambos del Departamento de Biología Vegetal y
Ecología de la UPV/EHU, y Lur Moragues e
Iker Mijangos, de NEIKER-Tecnalia. Los resultados de esta investigación fueron
publicados en la edición de noviembre de 2015 de la prestigiosa revista
científica Applied Soil Ecology, en el artículo titulado Impact of grazing
abandonment on plant and soil microbial communities in an Atlantic mountain
grassland (El impacto del abandono del pastoreo sobre comunidades vegetales y
microbianas del suelo en los pastos de la montaña atlántica).
Esta investigación dio sus primeros pasos hace
diez años, en 2005, con la instalación de dos cercados o zonas de exclusión de
50 x 50 metros en Aralar, uno en Oidui (a 860 metros de altitud) y el otro en
Alotza (a casi 1.300 metros de altitud). Estos cercados han impedido el paso de
los herbívoros presentes en estas zonas (vacuno, equino y ovino de leche)
durante el periodo de pastoreo, de mayo a noviembre, en los últimos diez años,
lo cual ha permitido analizar cuál es el efecto de la ausencia de la actividad
ganadera sobre la vegetación (cambios aéreos) y el suelo (cambios subterráneos).
Transcurridos cinco años, en 2010, el grupo de investigación comenzó a evaluar
las diferencias que se habían producido en las dos zonas de exclusión con
respecto a las zonas de pastoreo.
El estudio no sólo se centró en las variables
abióticas del suelo, como son la textura, el pH, la humedad y la temperatura,
sino que se analizaron también los cambios que se habían dado en la actividad y
diversidad genética de los microorganismos a 10 cm de profundidad del suelo, lo
cual aporta un carácter novedoso a la investigación. Según ha explicado Arantza
Aldezabal, investigadora de la UPV/EHU, “nuestra hipótesis consistía en que los
cambios observados en la parte aérea, es decir, en la vegetación, podían
influir en el desarrollo, la actividad y la diversidad funcional y genética de
los microorganismos del suelo”. Para comprobarlo, se analizaron tanto las
variables funcionales (actividad enzimática, diversidad funcional) como las
genéticas de la microbiota del suelo, estas últimas utilizando técnicas
moleculares para la identificación de bacterias y hongos.
Los resultados indicaron que el abandono del
pastoreo originó alteraciones en la actividad de los microorganismos del suelo,
produciéndose una reducción de la compactación a 0-10 cm de profundidad y un
descenso de temperatura del suelo durante el verano, debido a que el grosor del
manto vegetal es mayor que en los lugares que están bajo el efecto del
pastoreo. Como consecuencia, los microorganismos del suelo reducen su actividad
enzimática y su biomasa microbiana, y se produce un aumento de las emisiones de
CO2 por unidad de biomasa, lo que se interpreta como una eficiencia metabólica
inferior de los procesos del suelo en parcelas excluidas en comparación con las
pastadas.
“Hemos detectado que el cese del pastoreo
favorece el desarrollo de las especies vegetales pertenecientes a las familias
de las Poáceas y Ciperáceas, lo que comúnmente llamamos gramíneas o hierba,
siendo éstas muy competitivas en nuestras condiciones ambientales e impidiendo
la expansión de otras especies como, por ejemplo, el trébol blanco. Estas
gramíneas producen gran cantidad de biomasa que se va acumulando en ausencia
del pastoreo, formando así una capa o manto vegetal de baja calidad nutritiva
con una extraordinaria capacidad de aislamiento térmico y retención de la
humedad. Y, bajo estas condiciones, los microorganismos responden reduciendo su
actividad enzimática y biomasa, y aumentando la emisión de CO2 por
respiración”, indica Aldezabal. “Estos resultados”, continúa, “demuestran que
el pastoreo favorece la diversidad vegetal y la eficiencia metabólica y
funcional de los microorganismos del suelo”.
Cabe destacar que las dos parcelas de exclusión
construidas han evolucionado a diferente ritmo, por lo que el grupo de
investigación piensa que las interacciones bióticas y abióticas son muy
complejas y que la altitud, probablemente, esté influyendo en la velocidad en
que se producen los cambios. Por ejemplo, en el cercado de Alotza, situado a
casi 1.300 metros de altura, los cambios en la vegetación han sido menos
notables y se ha observado que el dominio de las gramíneas se está produciendo
de forma más lenta.
Una vez constatadas las consecuencias ecológicas
y ambientales que tendría el cese del pastoreo en la vegetación y en el
funcionamiento de los microorganismos del suelo, el grupo de investigación
pretende ahora integrar este conocimiento en un análisis global del sistema de
pastoreo, incorporando de forma simultánea también los aspectos
socio-económicos, para lo cual han formado un equipo multidisciplinar con la
colaboración de distintos grupos de la UPV/EHU y NEIKER. Esta nueva etapa de la
investigación cuenta actualmente con la financiación del Ministerio de Economía
y Competitividad (MINECO).
“Está claro que los efectos observados presentan
implicaciones globales. Es un proceso en cadena, repleto de interacciones
complejas, que llega a afectar incluso a la calidad y producción de los
alimentos tradicionales de montaña como la leche y el queso. Por ello, es
necesario cuantificar hasta qué punto afectarán a la sostenibilidad del sistema
del pastoreo en su conjunto”, asegura la investigadora de la UPV/EHU. “Si nos
limitáramos a decir que con el abandono del pastoreo de montaña se perderán
algunas especies vegetales, no mostraríamos cuál es el alcance real de esta
situación. Las consecuencias van más allá, ya que todo está ligado: el declive
del pastoreo y el dominio de las gramíneas implican también una reducción de la
calidad nutritiva del pasto, lo cual afecta a las condiciones de pastoreo de
las ovejas Latxa y trae consigo una pérdida en la calidad de la leche y de los
quesos que producen, lo cual perjudicará a la actividad de los pastores y a la
economía de muchas zonas rurales. Debemos evitar que esto ocurra, por lo que
todos nuestros esfuerzos se dirigirán al análisis global del sistema y a crear
herramientas que nos permitan simular distintos escenarios ambientales y
socio-económicos, y así ayudar a la toma de decisiones de gestión”.
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