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| Las humedades en
el templo parroquial se han agravado "sin que nadie haya venido siquiera a
comprobar el problema en persona"
Indignación. Esa
es la palabra que puede resumir el sentimiento que albergan los vecinos de
Gallegos de Solmirón ante el olvido que sufre su patrimonio por parte de las
Autoridades.
En junio de 2015,
hace casi año y medio, realizábamos una visita a la iglesia parroquial de la
mano de la Concejal de Cultura, Olga León, en la que pudimos comprobar de
primera mano el estado del templo, uno de los más importantes a nivel
arquitectónico del Alto Tormes y que presenta un problema de humedades que
están afectando cada vez más a la techumbre e interior del edificio.
Entonces los
vecinos de la localidad iniciaron una campaña para exigir el arreglo de estas
humedades. Un llamamiento que ha caído en saco roto.
"En
edificios de este tipo", comentan desde la localidad, "con siglos de antigüedad,
es habitual que se produzcan deterioros; el problema radica cuando no se toman
medidas rápidas al respecto y lo que pudiera ser una obra menor se convierte en
un trabajo muy costoso a nivel técnico y económico".
El paso del
tiempo y la lluvia de estos últimos días están acentuando el problema sin que
los encargados de la conservación de este patrimonio hagan nada al respecto.
Este trabajo correspondería llevarlo a cabo y dotarlo de la financiación
adecuada por parte de la Diócesis de Salamanca, o en su defecto, a través de
algún convenio de colaboración entre la Iglesia y Patrimonio, tal como ocurrió
hace unos meses en San Martín del Castañar.
"Hasta donde
sabemos, no tenemos constancia de que haya ningún proyecto de rehabilitación
sobre el templo. Ni siquiera ha venido ningún responsable a comprobar la
magnitud del problema en persona".
Por ello, desde
la localidad se vuelve a realizar esta "llamada de socorro" para
evitar, aún más, el progresivo deterioro de la iglesia parroquial, el monumento más emblemático del municipio cuya construcción
se remonta al siglo XV.
Son
dignas de reseñar sus grandes dimensiones, el suelo, los arcos y la pila
bautismal de granito y los retablos del Altar Mayor. Adosado a la fachada norte
del templo hubo un convento dominico que dependía de la cercana localidad de
Piedrahíta y del que no quedan más que algunas señales, como la cruz y el
escudo de la orden en la parte central de la fachada, así como la imagen de
Santo Domingo de Guzmán en talla de madera que se conserva en el Altar Mayor.
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