miércoles, 18 de enero de 2017

"Eran humanoides enfundados en monos plateados"

ENTRESIERRASrd | Hace más de 40 años la comarca de Béjar vivió un extraño caso de lo que se conoce como fenómeno OVNI
Maximiliano Iglesias Sánchez trabajaba de transportista en la localidad salmantina de Lagunilla. Esa noche, tras realizar un reparto, pasó unas horas con su novia en el pueblo cercano de Pinedas y, ya de madrugada, se dispuso a volver a casa en su furgoneta Avía. 

Transcurridos unos kilómetros por los serpenteantes caminos de la Sierra de Béjar, el vehículo de Maxi se detenía ante la presencia de dos poderosos focos de luz que surgían del centro de la calzada. Extrañado, el conductor notó cómo el motor de la furgoneta se paraba en seco.

Fue al descender a tierra cuando comprobó que las luces eran en realidad dos objetos de forma discoidal que ocupaban todo el ancho de la calzada. Súbitamente, un par de figuras muy altas hicieron acto de presencia entre los dos ovnis. Eran humanoides enfundados en monos plateados, confeccionados en un material semejante al caucho. Tras gesticular durante algunos segundos, los dos “hombres” desaparecieron.
Poco después, y con estruendoso ruido, los objetos se elevaban en el cielo.
Perseguido por los gigantes
La jornada siguiente, su patrón, Aquilino Garrido Bernal, volvió a encargarle que hiciera un transporte hasta la zona de Valdehijaderos. Así, sobre las once de la noche y en el mismo punto de la carretera vecinal, volvió a divisar las luces, que en esta ocasión parecían ser tres, Un pánico irracional se apoderó entonces del joven salmantino, que decidió esperar en plena oscuridad a que los aparatos ascendieran hacia los cielos, Pero esta vez no todo iba a ser tan sencillo.
Cuatro gigantescas criaturas de más de dos metros de altura y vestidas con un mono grisáceo que les tapaba hasta el pelo, aparecieron en medio de la calzada. Tras hablar entre ellas comenzaron a caminar hacia la furgoneta Avia donde se resguardaba Maximiliano.
El joven no aguantó más y decidió abrir la portezuela para iniciar una dramática huida campo a través con el objetivo de despistar a los “gigantes”.
A partir de ese instante se produciría en aquellos abruptos parajes una carrera insólita que acabó con el camionero salmantino arrojándose a una gran zanja llena de fango, desde donde observó atentamente a las figuras que lo buscaban rastreando palmo a palmo el terreno.

Extrañas herramientas
Tras diez minutos de pesadilla durante los cuales los humanoides merodearon impacientes buscando a su víctima, de pronto se hizo el silencio. Maxi aprovechó para volver casi a gatas hasta la carretera, ocultándose de nuevo tras unos frondosos arbustos. Desde ese escondrijo observó cómo los cuatro seres hacían surcos en la tierra, ayudándose con dos herramientas semejantes, respectivamente, a una “T” y a una herradura, Al regresar a la camioneta comprobó que ésta permanecía con las puertas abiertas.
Con cautela logró introducirse en el habitáculo y dar el contacto. En ese instante los cuatro seres volvieron a mirarle. Cuando creía Maxi que la pesadilla iba a comenzar de nuevo aquellos “tipos” desaparecieron, elevándose casi al unísono los tres discos con sus respectivos trípodes de aterrizaje. Con gran sangre fría, pese al terror que experimentaba, el joven apretó el acelerador pasando a gran velocidad por entre los tres ovnis, que allí quedaron resguardados por la noche y la soledad del lugar.
Al día siguiente, acompañado de su patrón y con el corazón en la garganta, Maxi cursó la pertinente denuncia en el cuartel de la Guardia Civil. Esa misma mañana, los agentes comprobaban que en el lugar del supuesto aterrizaje había aparecido todo un rosario de huellas y extraños surcos en las laderas del camino...

Extractado de "Encuentros: El enigma OVNI". Iker Jiménez © 2002

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