ENTRESIERRASrd | Hace
más de 40 años la comarca de Béjar vivió un extraño caso de lo que se conoce
como fenómeno OVNI
Maximiliano Iglesias Sánchez trabajaba de
transportista en la localidad salmantina de Lagunilla. Esa noche, tras realizar
un reparto, pasó unas horas con su novia en el pueblo cercano de Pinedas y, ya
de madrugada, se dispuso a volver a casa en su furgoneta Avía.
Transcurridos
unos kilómetros por los serpenteantes caminos de la Sierra de Béjar, el
vehículo de Maxi se detenía ante la presencia de dos poderosos focos de luz que
surgían del centro de la calzada. Extrañado, el conductor notó cómo el motor de
la furgoneta se paraba en seco.
Fue al descender a tierra cuando comprobó que
las luces eran en realidad dos objetos de forma discoidal que ocupaban todo el
ancho de la calzada. Súbitamente, un par de figuras muy altas hicieron acto de
presencia entre los dos ovnis. Eran humanoides enfundados en monos plateados,
confeccionados en un material semejante al caucho. Tras gesticular durante
algunos segundos, los dos “hombres” desaparecieron.
Poco después, y con estruendoso ruido, los
objetos se elevaban en el cielo.
Perseguido por los gigantes
La jornada siguiente, su patrón, Aquilino
Garrido Bernal, volvió a encargarle que hiciera un transporte hasta la zona de
Valdehijaderos. Así, sobre las once de la noche y en el mismo punto de la
carretera vecinal, volvió a divisar las luces, que en esta ocasión parecían ser
tres, Un pánico irracional se apoderó entonces del joven salmantino, que
decidió esperar en plena oscuridad a que los aparatos ascendieran hacia los
cielos, Pero esta vez no todo iba a ser tan sencillo.
Cuatro gigantescas criaturas de más de dos
metros de altura y vestidas con un mono grisáceo que les tapaba hasta el pelo,
aparecieron en medio de la calzada. Tras hablar entre ellas comenzaron a
caminar hacia la furgoneta Avia donde se resguardaba Maximiliano.
El joven no aguantó más y decidió abrir la
portezuela para iniciar una dramática huida campo a través con el objetivo de
despistar a los “gigantes”.
A partir de ese instante se produciría en
aquellos abruptos parajes una carrera insólita que acabó con el camionero
salmantino arrojándose a una gran zanja llena de fango, desde donde observó
atentamente a las figuras que lo buscaban rastreando palmo a palmo el terreno.
Extrañas herramientas
Tras diez minutos de pesadilla durante los
cuales los humanoides merodearon impacientes buscando a su víctima, de pronto
se hizo el silencio. Maxi aprovechó para volver casi a gatas hasta la
carretera, ocultándose de nuevo tras unos frondosos arbustos. Desde ese
escondrijo observó cómo los cuatro seres hacían surcos en la tierra, ayudándose
con dos herramientas semejantes, respectivamente, a una “T” y a una herradura,
Al regresar a la camioneta comprobó que ésta permanecía con las puertas
abiertas.
Con cautela logró introducirse en el habitáculo
y dar el contacto. En ese instante los cuatro seres volvieron a mirarle. Cuando
creía Maxi que la pesadilla iba a comenzar de nuevo aquellos “tipos”
desaparecieron, elevándose casi al unísono los tres discos con sus respectivos
trípodes de aterrizaje. Con gran sangre fría, pese al terror que experimentaba,
el joven apretó el acelerador pasando a gran velocidad por entre los tres
ovnis, que allí quedaron resguardados por la noche y la soledad del lugar.
Al día siguiente, acompañado de su patrón y con
el corazón en la garganta, Maxi cursó la pertinente denuncia en el cuartel de
la Guardia Civil. Esa misma mañana, los agentes comprobaban que en el lugar del
supuesto aterrizaje había aparecido todo un rosario de huellas y extraños
surcos en las laderas del camino...
Extractado de "Encuentros: El enigma
OVNI". Iker Jiménez © 2002
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