ENTRESIERRASrd | La
mirada de hoy va para otro de los oficios perdidos y que siembran de nostalgia
los recuerdos
Este
oficio milagroso. / Arte del hojalatero. / Con los pucheros de barro. / Con la
pala del brasero. / Con los botes de hojalata. / Las ollas o el cazo viejo. /
Con sus manos artesanas / repara el hojalatero.
Tiene
un pregón inaudible. / Un cajón y un buen brasero. / donde derrite el estaño /
para pegar los pucheros. / ¡¡
lañaooooooor hojalaterooooooo!! / Suena
por la calle abajo. © Espacio de Pacogo
Por estos pagos de Entresierras trabajaba el
hojalatero. Con su canción itinerante, y su tintin calle arriba y calle abajo,
lo veíamos llegar, pregonar el pueblo. ¡Hojalatero, ha venido el hojalatero!
El hojalatero de Entresierras venía de
Valdelacasa. Desde allí llegaba Narciso con su caldereta y su barra de estaño a
remendar utensilios. ¡Se arreglan cazuelas, barreñones de zinc, calentadores!
Una mirada de cirujano, una sutura quirúrgica,
un punto de estaño. Eran tiempos difíciles y la pela no llegaba, como hoy, para
comprarse a cada día una cazuela. O un barreño.
¡Se venden candiles, faroles, embudos! Todo
instrumental que fuera menester y que, eso sí, tuviera corazón de hojalata.
También aceiteras, y moldes que daban cuerpo a las florestas, esos dulces ricos
que, a lo que se ve, también tienen alma de hojalata. Incluso en el dulce.
"Yo
de pequeño, muy pequeño, quería ser hojalatero. Me asombraba la facilidad con
que reparaba los cacharros de la cocina o del baño. Los cubos o los barreños.
Un paraguas. O una palangana. Era mágico. De los oficios perdidos, este es el
que más añoro. Cuando llegaba a las puertas de mi casa estaba más de dos horas
reparándolo todo, golpe a golpe. Tin tin tin. © Espacio de Pacogo
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