ENTRESIERRASrd | La
mirada de hoy la llevamos hasta México y la revista 'El Siglo del Torreón',
donde realizan un curioso (por lo dialéctico) acercamiento a la figura
universal del pícaro salmantino
Lázaro de Tormes era un chamaco que apareció
allá por los años mil quinientos y tantos y a quien le pasaban muchas cosas,
malas y buenas, aunque ciertamente eran más las adversidades que las cosas
afortunadas.
Me estoy refiriendo - ya lo habrá entendido
usted - a "El Lazarillo de Tormes", una novela española aparecida en
esa época cuyo personaje principal era este muchacho quien narra en primera
persona (yo esto y yo aquello) todo lo que pasa en su vida miserable y ruin.
La novela nunca se supo con seguridad quien la
escribió, y es que detrás de las aventuras y desventuras del chavo
protagonista, hay un esbozo irónico y despiadado de la sociedad del momento, de
la que se muestran sus vicios y actitudes hipócritas, sobre todo las de los
clérigos y religiosos, y quiero decirle que en esos tiempos, escribir y
publicar una novela así, era como querer ponerse una soga al cuello con la
intención de suicidarse.
La obra está escrita en forma de una larga carta
dirigida "a vuestra merced", y en ella, como no queriendo, no
queriendo, se narra la historia de Lázaro González Pérez, un niño de origen muy
humilde, aunque sin el don de la honradez, que nació a la orilla del río
Tormes, quedó huérfano de su padre, un molinero ladrón llamado Tomé González, y
luego fue puesto al servicio de un ciego por su madre, Antona Pérez, mujer que
vivía amancebada con un negro llamado Zaide.
De ahí, podemos deducir, tal como sucedió, que
el oficio de lazarillo, como guía de ciegos, se llama así por causa de la
novela, aunque sinceramente yo creía que había sido al revés, que al lazarillo
de Tormes se le llamaba así porque se dedicaba a guiar al invidente.
Juan Recaredo. 'Las palabras tienen la palabra'
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