viernes, 28 de julio de 2017

Tiempo de titiriteros

ENTRESIERRASrd | Una mirada a los visitantes de verano de nuestros pueblos
Con los calores del verano ya puestos al resguardo menguante de agosto, llegaban a las plazas los titiriteros.
De ellos hay una imagen arquetípica, que ha llegado a confundir realidad con ficción, aquella del titiritero, con su sempiterna cabra que hace equilibrios en una escalera y la música del acordeón o de la flauta.

Los había también que traían, sobre la platea de un teatro improvisado con cortinones, las queridas (u odiadas, según la fobia) marionetas de trapo, las que contaban un cuento con voz de piticlín, vestida con un tambor de Ariel pintado al plastidecor y luchando contra la bruja o el dragón, también de papelería, con una espada de tubo de papel de albal.
Por las calles de los pueblos pregonaban, ¡esta noche! ¡ A la plaza han llegado los titiriteros! ¡Niños! ¡Niñas! ¡Hombres! ¡Mujeres! Y allí se iban prestos a a ver el espectáculo, en tropel, con los tajos a cuestas para hacer de butaca de primera…
Los niños se sentaban en primera fila, los ojos encendidos ante tan magno espectáculo, las manos en la barbilla, por tener cerrada la boca de tanto asombro, pensando si la marioneta era real. Pensando, por supuesto, que "de mayor quiero ser titiritero".
Hace tiempo que, también a fuerza de sedentarismo, el titiritero ha quedado a la sombra de los tiempos modernos.
Efectivamente, los sigue habiendo, incluso la cabra y su amo suelen remontar a veces nuestros pueblos pero ya no es lo mismo.
Ahora el teatro de títeres se aplaude con móvil de última generación, y la cabra… la cabra hace tiempo que fue indultada, animalistas mediante.

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