ENTRESIERRASrd | Inés
Pérez, profesora del CRA Los Jarales en San Miguel de Valero, ofrece su visión
de la escuela rural en el especial de El País de este sábado
"En la escuela de San Miguel de Valero,
pueblo de unos 350 habitantes, tenemos la certeza de que las clases empiezan a
las 9.30. Lo que pasa a continuación, en parte, es una sorpresa. Porque durante
la primera media hora, mis 11 alumnos y alumnas, de edades entre los 3 y los 12
años, se sientan sobre unos cojines alrededor de una alfombra y nos contamos
cosas"
Así describe Inés Pérez, profesora del CRA Los
Jarales, que engloba los centros educativos de Valero, San Miguel de Valero y
San Esteban de la Sierra, en el especial dedicado por el diario El País este
sábado.
"A veces, un niño trae un objeto para
enseñárselo a los demás. Otras, comentamos el recorte de periódico que ha
traído un compañero. Y, otras veces, sencillamente, nos contamos cómo estamos.
Y, si alguien tiene un problema, buscamos una solución entre todos.
"Si se les deja, los niños saben leer muy
bien las emociones. En una ocasión, tras la muerte del padre de un alumno, yo
no era capaz de contener mis ojos acuosos. Un alumno de siete años se levantó
de su sitio, me rodeó con su pequeño brazo y me dijo: "No te preocupes,
porque yo ya he pasado por esto y pienso ayudar a los demás".
"A la gente le extraña que en las escuelas
rurales puedan convivir personas de edades tan diversas, pero yo lo encuentro
enriquecedor. Esta convivencia te prepara mejor para la vida, porque, cuando
sean adultos, estos niños tratarán con personas de todas las edades. Pero,
sobre todo, esta mezcla te enseña a respetar los ritmos de los demás.
"Como maestra, este sistema multinivel o
escuela unitaria, que así se le llama técnicamente, también está lleno de
alegrías. Hay un momento que me llena de emoción: el instante exacto en que ese
niño o niña al que llevas enseñando durante varios años interioriza por primera
vez el contenido de un texto. Vivir el momento fugaz en el que una persona ha
aprendido a leer es un espectáculo.
Y la disparidad de edades no lastra el
rendimiento de ninguno. Después de la media hora de asamblea diaria, los
alumnos se distribuyen por cursos para que cada uno siga el temario que le
corresponde.
Los deberes y los ejercicios se encuentran
plenamente individualizados, lo que nos ahorra uno de los problemas habituales
en otros colegios: que los alumnos (y en especial sus familias) se pasen el
tiempo comparándose.
No todos los alumnos se encuentran siempre en el
mismo espacio. Algunos de ellos reciben lecciones de los "profesores
itinerantes". La escuela de San Miguel de Valero forma parte de un Centro
Rural Agrupado, Los Jarales, al que también pertenecen las escuelas de otros
dos pueblos: Valero y San Esteban de la Sierra.
En cada una de estas escuelas, algunas maestras
estamos permanentente y enseñamos casi todas las asignaturas. Pero hay otros,
los itinerantes, que se desplazan de pueblo en pueblo y que, en nuestro caso,
enseñan música, educación física, inglés y religión. En clase, en vez de
"los itinerantes", les llamamos "los especialistas". Y los
esperamos con muchas ganas.
Aunque Valero y San Miguel de Valero tengan
nombres tan parecidos, en realidad son dos pueblos muy distintos. Solo seis
kilómetros los separan, pero entre ellos hay más de 150 curvas. Si San Miguel
de Valero se encuentra a casi 950 metros de altitud, Valero está a menos de
600. San Esteban de la Sierra también tiene su peculiaridades (además de un
vino muy reconocido).
Todo esto hace que las costumbres y el carácter
de sus habitantes sean muy distintos. Y de ahí que sean especialmente
constructivas las convivencias que, por lo menos una vez por trimestre,
organizamos entre el alumnado de las tres escuelas. LEER CRÓNICA COMPLETA
No hay comentarios:
Publicar un comentario