Al camino del invierno

ENTRESIERRASrd | Una mirada a este mes noviembre que va abriendo senda hacia los días de frío y lumbre

Entrado noviembre, el mes más corto como dicen los mayores, el sol va arrastrando luces a desgana por los caminos de Entresierras. Apenas amanece, la luz viene resbalando la dehesa, por las copas mondas y nevadas de Gredos.

Llegan meses duros, de lluvia, humedad y ropa mojada, donde tan solo el calor familiar y la compañía ambas de la lumbre están presentes un días tras otro. Los pueblos se quedan sin gente, los que vinieron a hacer los agostos hace tiempo que se fueron a contar (y olvidaron) las buenas fiestas del verano y tan solo llega como visita de agradecer el vendedor ambulante con su bocina que, casi religiosamente, marca el pasar de las jornadas.

Los pueblos se quedan tristes, con las calles huérfanas. El humo se adensa junto a la neblina y todo se pone en paralís, oliendo a leña y a invierno. La leña, se sabe, es tan preciada en estos días que, quien se durmió en los laureles estivales, tiene un problema que contar.

Antaño, los "pudientes" traían el carro de las vacas lleno de leña. La mayoría traían la carga a lomos del burro. Los menos, desgraciados haylos, el haz reatado a las costillas.

"Una raza de sol". Esa "raza", que seguramente los lugareños derivaron de algún urbano lingüista, da pie el movimiento. "Chacha , sal una miaja que ha salido una raza de sol.  Aparta el tizón y ves pa´fuera a ver si acortamos un poco la tarde"

Los hombres que ya mayores no están para ir al campo, cuanto ven salir el sol ya están sentado como santos en sus hornacinas, como lagartos que acumulan horas de luz.

Llegan (o deberían llegar) los días de agua, esos inviernos interminables, donde el asomar la cabeza a la puerta y echaba "patrás".

Son días de espera. De arrimarse a la lumbre, de mirar las horas del reloj, o esperando, si no se tiene propio, que el de la Plaza de la suya, aguantando el calor de la lumbre hasta hacerse "cabras" hasta terminar este día al camino del invierno.