domingo, 4 de marzo de 2018

El Puente Rando

ENTRESIERRASrd | Una mirada a uno de los lugares más legendarios de la comarca de Entresierras

Cuentan que el Puente Rando, llamado como testigo en juicio sumarísimo, podría contar “lo que no está escrito” de la historia de la comarca. Sus piedras, azotadas por el Alagón y reclamadas a pedazos por el monte, conforman uno de esos lugares perdidos y olvidados que esta parte de Salamanca, ya dada de por sí al olvido, ofrece a quien se pierde por sus andurriales.

Cruce de caminos, de los que suben de San Esteban, de los que lanchean desde El Tornadizo y Los Santos, el Puente Rando dio el espinazo de piedra para poner camino sobre el río a la calzada de Béjar y la Sierra. Como un monolito aduanero, este camino de piedra y talón unía la Sierra de Béjar con el Sangusín y desde allí partía a enlazar con las serranías y dehesas limítrofes, con las parvas de Tamames, Escurial y el Campo Charoo.
Durante años, durante siglos, desde que fuera levantado allende el siglo XVII seguramente sobre cimientos de otros tantos puentes milenarios, el Rando dio paso y tráfico a hombres y cabalgaduras, única vía para cruzar el venturoso Alagón por estos lares hasta bien entrado el siglo XX en que las nuevas infraestructuras desplazaron el camino “unas leguas desde”.
Y siempre se ha dicho (ya se sabe que la fama cuesta un día ganarla y dos generaciones sepultarla) que el lugar fue punto de encuentro de traficantes de tabaco, caballerías o noticias, correcaminos y apeadores de términos.
Y también fue termómetro de Entresierras, y lo sigue siendo, que bien dice la tía Nita que “cuando el Alagón monta al Rando, se viene el invierno estirando”.
En esas de invierno estamos.

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