ENTRESIERRASrd | Una
lectura rápida al rico vocabulario de la comarca que va quedando atrás
refugiado en quienes intentan mantener viva esta sabiduría colectiva
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Atanasio Sánchez-Blog Pataloso La sabiduría tiene hilo, ya se sabe, para un roto
y para un descosido. Y palabra para cada menester, incluso aquellos en que
hasta el oficio ha perdido pie y queda de él tan solo ella: la palabra.
De ella habrán oído hablar los chalarenos, los
arrieros, los ganaderos y los que, simplemente por curiosidad, se acercan a ver
faenar a los sabios de entonces y enciclopedias de hoy. Revigar. Así se decía,
y se dice (porque lo estamos diciendo, valga la presuntuosidad), cuando se
levantaba la pértiga del carro para apoyar en la parte trasera.
Como los camiones que hoy descargan grava, porque
el supuesto científico no deja ser el mismo ya sea carromato de madera que grúa
de tonelaje.
Primero se soltaban las vacas, luego se quitaban
las “coyundas” del yugo, se retiraban los ‘secarones’ (que eran esas ramas
secas de roble que se traían para que ardieran bien las raíces) y finalmente se
“revigaba” el carro para descargar a más fácilmente la hoja en el corral.
Mi padre lo utilizaba también cuando nos dedicábamos a mover tierra de la
parte de abajo del huerto del Castaño a la parte de arriba. El carro se
convertía en una especie de volquete de camión moderno. Tan solo había que
tirar del mozo de delante y se volvía el carro a la posición horizontal.
Mi padre decía que calzásemos el carro con una
piedra gorda en cada rueda y lo revigásemos para trabajar menos.
Una vez que fuimos a San Martín (del Castañar,
claro, que no hay otro por estos lares) a llevar paja empleamos ese método para
descargarla en la calle : soltando las sogas, recogiendo la red de atrás y... carro
revigado.
Y cómo van viniendo los tiempos, tan olvidadizos,
que una vez, verano era, vimos un carro en el merendero de la Piñuela y lo
revigamos para que los turistas le hicieran unas fotos. Como indígenas.
Y orgullosos, claro.
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