lunes, 18 de agosto de 2014

El ejército francés volvió a quemar Puerto de Béjar

La bandera tricolor de Francia volvió a ondear por unas horas en el Ayuntamiento de Puerto de Béjar y algún deje francés se pudo escuchar de boca de invasores, eso sí, invasores “turistas” llegados de más allá de los Pirineros que se sorprendieron de que tan lejos de la patria un pequeño pueblo salmantino se vista a la moda francesa de principios del siglo XIX y rememore un hecho menudo  dentro de la gran historia pero muy importante para los vecinos del Puerto.
El robo de la lámpara de la iglesia se produjo el 21 de mayo de 1812 durante la Guerra de la Independencia, en la que el ejército napoleónico pasó por estas tierras a fuego y mosquete. Puerto de Béjar sufrió en carne propia las atrocidades de aquella guerra, siendo quemado en su mayor parte por las tropas invasoras.
Tan arraigado quedó el hecho en los supervivientes de la tragedia que año tras año se recordó la barbarie, cayendo en el olvido décadas después tan macabra celebración, seguramente porque la vida se abre camino y cada generación tiene su propia “quema y robo”.
En 2012 el grupo de voluntariado de la localidad retomó este recuerdo a la historia propia, recreando en el escenario del pueblo entero aquellos días. El pasado sábado 16 de agosto, por tercer año consecutivo, los franceses volvieron a exigir sus tributos y ante la imposibilidad de los vecinos de recaudar más dinero Puerto de Béjar volvió a arder (en metáfora humeante, por supuesto). Finalmente, y como represalia, el ejército invasor se saldó la deuda tomando la lámpara de plata de la iglesia ante la mirada abatida del alcalde regidor de la localidad.
La Plaza del Ayuntamiento volvió a llenarse para contemplar la representación, cientos de vecinos y visitantes, que vieron pasar los trajes decimonónicos y las banderas francesas, un arcano “de terror” que ha quedado enclavado en la memoria colectiva de nuestros pueblos.

Fotografías : Jesús Blázquez García, María José Méndez Muñoz, Mª Angeles Garrido, José Ángel Bogallo Sánchez

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