lunes, 20 de octubre de 2014

La batalla de Tamames: Una victoria histórica sobre el ejército de Napoleón

One Magazine
En octubre de 1809 ya no había invasores napoleónicos en Galicia. Los gallegos, militares y milicias habían conseguido expulsar a las tropas de los generales franceses Jean de Dieu Soult y Michel Ney, aquellos cuyos apellidos pasaron desde entonces a utilizarse como nombres de muchos perros y perritos de Galicia, como Sul y Ney; tan buen recuerdo dejaron en esas tierras. Y la tradición sigue viva: en septiembre de 2010, “La Voz de Galicia” hacía referencia a un perro llamado Ney como merecedor de que le levantaran una estatua en La Coruña.
Libre Galicia de los invasores napoleónicos, las operaciones de la Guerra de la Independencia estaban desarrollándose en las comarcas de Salamanca, donde el ejército español del general Duque del Parque, llamado “de la Izquierda” –nombre debido a mirar su posición en un mapa de España y diferenciarlo de los otros ejércitos desplegados-, y el francés del general Jean Le Marchand estaban tentándose. Las tropas españolas –unos 10.000 soldados de infantería, unos 1.000 de caballería y algunos cañones- estaban en la zona de Ciudad Rodrigo preparándose para combatir a 10.000 franceses de a pie, otros 1.200 a caballo y 14 cañones, que estaban en Salamanca.
El general del Parque ordenó a sus tropas avanzar y se situó cerca del pueblo de Tamames, a 54 km al sureste de Salamanca. Dividió a sus tropas en dos partes, a un lado y al otro del pueblo y, dentro de él, puso otra fracción. Tenía a la espalda la Sierra de Tamames que, en caso de tener que retirarse, le permitiría ir adquiriendo la posición de dominio por las alturas.
El general francés se presentó a dar la batalla atacando desde el llano con tres columnas, dos rodeando Tamames, contra la parte izquierda española -la más fuerte- y una contra la parte derecha española –la más débil-.
Éste era el modo casi fijo de las batallas napoleónicas: atacar muy intensamente a una parte reducida de todo el amplio frente del enemigo hasta lograr deshacerlo y después atacar al resto. Mientras, con su artillería y caballería pretendía silenciar la artillería española. Esto ocurrió pronto y los españoles perdieron siete de sus cañones, que fue preciso recuperar con contraataques de caballería.
En la parte derecha española se rechazó el ataque francés y se replegaron, y en la izquierda los ataques franceses también fueron rechazados y, además, se les lanzó un masivo contraataque con los regimientos Príncipe, Zaragoza, Voluntarios de Cataluña, Barbastro, Rey y Sevilla que resultó victorioso, quedando el general español como el vencedor de esta batalla. El general Marchand se retiró con sus tropas regresando a Salamanca y, al saber que el ejército español estaba acercándose, abandonó la ciudad el día 23 de octubre, quedando recuperada la ciudad el 25.
El coste humano de esta batalla fue importante: el ejército español sufrió unas 600 bajas, entre muertos y heridos, y el francés, el doble, unos 1.200. Como premio, se creó la Medalla de Tamames, para condecorar a quienes habían logrado esta victoria.

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