ENTRESIERRASrd
| Una mirada a la tradición cestera de este
pequeño municipio de Entresierras
© Ricardo
Pedro García Marín
Cabezuela de Salvatierra pedanía de Guijuelo, en los años 50 del pasado siglo
XX era Ayuntamiento autónomo, con un censo superior a los doscientos
habitantes. Su única fuente de ingresos era la agricultura y la ganadería,
careciendo de los servicios públicos y privados necesarios para una vida digna
de sus habitantes.
Junto
a los trabajos agrícolas y ganaderos de la mayoría de sus vecinos, germinaron
artesanos que entre otras cosas, confeccionaban escriños y cestos para uso
propio, de su familia y amigos. En ocasiones los utilizaban como trueque con
los vendedores ambulantes, a cambio de patatas, frutas y otras mercancías.
En
verano seleccionaban el bálago de centeno y en el otoño talaban las zarzas y
mimbres, única materia prima empleada en la artesanía de cestos y escriños. Con
su industria artesanal, Cabezuela de Salvatierra se conocía en la comarca como
la capital de los escriños.
Aquellos
artesanos durante el día, a la solana en los rincones de las calles y por la
noche, junto al rescoldo de paja de algarrobas, a la luz del farol o candil,
pasaban los despiadados inviernos haciendo escriños y cestos.
Eran
profusos los prototipos que hacían, desde una panera hasta una nasa con la que
se plagiaba las funciones de un frigorífico, conservando la matanza, pasando
por los escriños incubadoras de huevos, para criar pollos en las casas.
Menos
eran quienes hacían cestos de mimbre de dimensiones grandes, para reportar la
paja y dar de comer a los animales, y en situaciones aquellos cestos, se
manejaban como artilugios protectores y de seguridad, contra la agresividad de
los cerdos reproductores. Con artimaña introducían en el cesto bocabajo al
verraco, en actitud no muy grata para el animal, pero apropiada para llevar a
efecto la castración con comodidad y seguridad para el castrador y ayudantes.
El
desarrollo y las leyes se impusieron, a lo que se unió la emigración. No había
tiempo franco para destinarlo a la artesanía y las leyes protegían las zarzas
disuadiendo cortarlas, sucumbiendo para siempre aquella artesanía de zarzas y
paja, que otorgó notoriedad y fama a Cabezuela de Salvatierra.
Taller de escriños en Palencia |
Son
muchas las reminiscencias de aquella época que aún quedan, pero el desarrollo
también se cobró entre otras, la casa que existía al final de la calle Larga
contigua a la casa Bárbara, inmueble de la ”tía Rosalía”. Sus divisiones
interiores y techos eran de los mismos materiales que los escriños, de bálago y
zarzas.
En
aquella vivienda se reflejaba el esplendor de la época, de la industria
artesanal de Cabezuela de Salvatierra. Era una obra de gran valor por su
trabajo y antigüedad que se perdió para siempre.
A
la luz del progreso, como hobby han nacido otras industrias artesanales en
Cabezuela de Salvatierra. Reciclando materiales, hay quien hace escriños con
numerosas utilidades, mayor colorido y vistosidad; con anillas de latas de
bebidas hacen bolsos para señora con vistosidad, calidad y variedad; con
maderas nobles, corazón de encina y otros materiales, hay quien hace en
exclusiva bonitos bolígrafos y variedad de artículos, y quien confecciona
maravillosas obras de arte con sus bordados.
Es
un nuevo revivir de la artesanía, que sirve de entretenimiento y distracción de
los mayores y despierta interés en los jóvenes, necesario en una localidad como
Cabezuela de Salvatierra.
Moraleja.-
La artesanía y antigüedad, se ha de proteger para no perder.
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