ENTRESIERRASrd | La
mirada de hoy va dedicada a 'El Carril de Paja', novela costumbrista de
principios del siglo XX ambientada en Fuentes, Nava y La Cabeza de Béjar
Entretanto 'Chinarro', sin hombre que le
sujetase ni madre que le riñese, pues 'Frasca' harto hacía con trabajar desde
que salía el sol hasta la noche, vivía la vida más pobre y más sucia, pero más
libre que chiquillo alguno había disfrutado; y con su espuerta colgada siempre
al brazo, no había sitio en que no estuviera, ni nido que no cogiese, ni fruta
que no probase.
Servicial sí lo era. Y todos, no sólo en
Fuentes, sino en La Cabeza y hasta en Sanchotello y Ledrada, se creían con
derecho a mandarle: "Mira, Chinarro, le decía una mujer en la Nava, vas a dir a la botica de Fuentes, y me vas a
traer estas melecinas, pero
volando". Y allá iba Chinarro con su cesta al brazo, y en ella atados un
par de frascos de vidrio y en la mano la receta, que muchas veces llegaba
ilegible a la farmacia, por virtud de la roña de aquella.
Otras veces era ir a buscar a la Morena, la vaca que estaba en 'Prao
Bermejo'. Ya, ir a pedir un pan a la tía Blasa. Cuando a llevar el garrapillo al porquero. Y todo lo hacía
Chinarro solícito y contento, sin que jamás le agradecieron el favor, y como si
él fuera el procomún.
Algo sí sacaba. Porque si iba el día de San
Roque a La Cabeza, no faltaba alguno, de los que tanto le habían ocupado, que
le diera un puñadillo de avellanas y hasta un retorcido de dulce, bien repintado de encarnado, con el que venía
orondo y satisfecho, dándole chupetazos por el camino.
Así creció Chinarro, y cuando, hecho ya un
zagalón por los años y por la corpulencia; cuando aquellos brazos manejaban el
azadón como cualquier hombre en la cava, y la hoz en la siega, y el bielgo en
la trilla, seguía siendo ocupado por todos, pero no recompensado como debiera
por ninguno.
EL CARRIL DE PAJA.
Ángel Menoyo Portolés
Edición Jesús A.
García
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