jueves, 20 de octubre de 2016

…pero no recompensado como debiera por ninguno…

ENTRESIERRASrd | La mirada de hoy va dedicada a 'El Carril de Paja', novela costumbrista de principios del siglo XX ambientada en Fuentes, Nava y La Cabeza de Béjar
Entretanto 'Chinarro', sin hombre que le sujetase ni madre que le riñese, pues 'Frasca' harto hacía con trabajar desde que salía el sol hasta la noche, vivía la vida más pobre y más sucia, pero más libre que chiquillo alguno había disfrutado; y con su espuerta colgada siempre al brazo, no había sitio en que no estuviera, ni nido que no cogiese, ni fruta que no probase.

Servicial sí lo era. Y todos, no sólo en Fuentes, sino en La Cabeza y hasta en Sanchotello y Ledrada, se creían con derecho a mandarle: "Mira, Chinarro, le decía una mujer en la Nava, vas a dir a la botica de Fuentes, y me vas a traer estas melecinas, pero volando". Y allá iba Chinarro con su cesta al brazo, y en ella atados un par de frascos de vidrio y en la mano la receta, que muchas veces llegaba ilegible a la farmacia, por virtud de la roña de aquella.
Otras veces era ir a buscar a la Morena, la vaca que estaba en 'Prao Bermejo'. Ya, ir a pedir un pan a la tía Blasa. Cuando a llevar el garrapillo al porquero. Y todo lo hacía Chinarro solícito y contento, sin que jamás le agradecieron el favor, y como si él fuera el procomún.
Algo sí sacaba. Porque si iba el día de San Roque a La Cabeza, no faltaba alguno, de los que tanto le habían ocupado, que le diera un puñadillo de avellanas y hasta un retorcido de dulce, bien repintado de encarnado, con el que venía orondo y satisfecho, dándole chupetazos por el camino.
Así creció Chinarro, y cuando, hecho ya un zagalón por los años y por la corpulencia; cuando aquellos brazos manejaban el azadón como cualquier hombre en la cava, y la hoz en la siega, y el bielgo en la trilla, seguía siendo ocupado por todos, pero no recompensado como debiera por ninguno.

EL CARRIL DE PAJA. Ángel Menoyo Portolés
Edición Jesús A. García

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