ENTRESIERRASrd | Una
mirada a los juegos de antaño, algunos ya reliquias de folklore olvidado en los
rincones de la memoria
La vida era la calle. Entonces no existían los
videojuegos, la televisión (si había suerte y uno había caído en buena familia)
era un lujo para momentos al punto y no solo no existían las máquinas modernas
sino que ni siquiera nuestras mentes hubieran sido capaces de entender el mundo
de hoy. Eso sí, teníamos WhatsApp, instantáneo y a doble check, que no era
afición que ir de puerta en puerta llamando a los amigos y los vecinos.
"Fulanito se lo ha llevado su
padre a la era".
"Ves a buscar a Mengano donde
la Tía Nora".
Como una procesión, mensaje a mensaje, íbamos
recogiendo a los niños, que entonces los había a puñados. Tampoco en aquellos
tiempos uno pudiera pensar que, con el tiempo, las calles del pueblo quedarían
desiertas de mozos y mozas con las rodillas despellejadas y los mofletes
sucios.
Los juegos se decidían, es verdad, con "me
gustas". Se proponía en concejo la propuesta y la que más "me
gusta" recibía a mano alzada o voz en grito, se llevaba a cabo. A indios.
A canicas. Al burro. Al bote. Al escondite. Estos juegos eran de niños. Juegos
más brutos donde ya los muchachos iban atándose los machos y pensándose mayores
y "mirados".
Y las niñas… ya se sabe. A cocinitas. A muñecas.
A la goma. A la rayuela. Hasta en el juego, preparándose para la vida que se
aproximaba sin saberlo. A la comba, cantada a coro con canciones que ya son
folklore desmemoriado.
Juegos para aprender, para disfrutar, para no
pensar demasiado. Porque en lo que el cerebro anda entretenido en esas
menudencias no anda fraguando algunas otras maldades. Las 'pifias', eso sí,
solían ser coto privado de los muchachos. Tirar piedras al tejado del tío
Manuel, que se alteraba mucho con estas cantinelas y hacía gracia verlo salir,
garrote en mano, tras la chavalería. O espantar el ganado cuando venía para la
casa a golpe de vara con sus dueños. O robar los huevos del gallinero ajeno. O
tocar a la puerta del más gruñón del pueblo y salir corriendo.
Qué tiempo aquéllos en los que sencillamente… se
vivía.
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