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| La localidad
serrana, en su afán por mantener las viejas tradiciones del lugar, volverá a
colgar de la rama de roble el tradicional columpio para los más pequeños
El próximo sábado los vecinos de Cepeda de la Sierra disfrutarán de una
de las tradiciones más arraigadas de la comarca, y la provincia en general,
como es la Fiesta de la Matanza Típica, una tradición, hoy fiesta de recuerdo
de un pasado no tan lejano donde el 'avío' del marrano, además de ser motivo de
alegría, era obligación de los vecinos si querían evitar hambrunas y
necesidades.
Entre las tradiciones que los cepedanos aún guardan con pasión, además
de los viejos engranajes matanceros, está el añejo juego de la 'ronjea', o
columpio con el que los más pequeños disfrutaban de este día y, lo que es más
importante, no molestaban a los adultos durante las faenas de la matanza.
La ronjea era un columpio creado con las cuerdas de atar las cargas en
las caballerías, siendo el asiento un saco lleno de hojas secas (traídas
generalmente de los robles alrededor del cementerio), y que atado todo a la
rama de un árbol, permitía columpiarse a los niños y niñas sin ayuda de los
mayores.
La ronjea es una de esas tradiciones que, por su simplicidad, ha
perdurado a través de los tiempos, generación tras generación. En antiguos
manuscritos ya podemos encontrar antiguas ronjeas a lo largo y ancho del país,
en cada lugar con un nombre diferente. Incluso el propio Francisco de Goya nos
dejó en herencia un cuadro, titulado 'El Columpio', donde varios adultos se
encuentran jugando a una ronjea similar a la que describimos. En la propia
Sierra de Francia podemos encontrar esta misma tradición pero con diferentes
nombres.
Tal como explican en la obra 'Al
vaivén del columpio' de María Jesús Ruiz, José Manuel Fraile y Susana
Weich-Shahak, en La Alberca se conoce como 'zambulerio', en
Madroñal y Monforte es la 'engalea' o el 'chonchorombigo' en Herguijuela de la
Sierra.
El próximo sábado, mientras los mayores realicen el sacrificio,
chamuscado y despiezado del cerdo, los pequeños de Cepeda volverán a divertirse
en la ronjea sin saber que, con ese pequeño gesto, están haciendo perdurar la
historia propia y las raíces de su futuro.
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