ENTRESIERRASrd | Una mirada
a otra tradición perdida y suplantada por los tiempos 'sintéticos': la del
colchón de lana y sus labores
Hasta la llegada de los colchones sintéticos se
utilizaban los de lana, o borra para más señas-que es la parte más grosera o
corta de la lana. Transcurrido un tiempo y debido al uso, la borra se
apelmazaba y era necesario esponjarla, era lo que se conocía como varear la
lana.
Cuando se iniciaba la primavera, se sacaban los colchones a la calle y, o
bien los mismos dueños o vareadores
profesionales venidos de otros lugares, realizaban el proceso de espabilar, desentumecer
y esponjar la lana a base de varetazos.
"Uno
de los primeros deberes de la primavera era airear el colchón. Después del
largo invierno, del hollín, sudores y otros humores, más valía sacar el colchón
a la calle a tomar el aire. Como todo en nuestros pueblos, era la propia tierra
la que aportaba cada detalle. En este caso, la bendita oveja, la merina, cuya
lana sirvió durante siglos para el noble arte de fabricar colchones.
Los
colchones de borra, eso sí, formaban "hoyo", que entonces no era algo
a evitar sino que cada cual, en su rincón de cama, tenía hecho el hoyo a su
cuerpo y a fe que, cuando regresaba ya el colchón al catre, ya oreado, y
faltaba la hendidura, costaba conciliar el sueño durante unos días".
Varear los colchones era una labor que se
realizaba generalmente una vez al año, con la finalidad de ventilar y ahuecar
la lana del colchón. Había que descoserlo, lavar las telas donde se mete la
lana y con unas varas especialmente pulidas para que no se agarrara la lana en
su piel, se golpeaba y ahuecaba la borra para, una vez finalizado el proceso,
volver a coserlo.
"Se
buscaban días soleados, cuando ya comienza a picar primavera adelante. Entonces
se tiraba las mantas hechas de jirones de trapo al suelo y se echaba la lana
encima a calentar. Después de la siesta,
ya caliente, le caía una somanta de palos, lo que se llamaba varear la lana.
Las mujeres lanzaban sus varazos, y sus palabras gordas también, cuando la
lana, demasiado apelmazada, no quería volver a su ser. Entonces llegaba el hombre,
que ya se sabe, en fuerza tiene las de ganar y a mandoble limpio ahuecaba los
restos".
Después,
con un mandil viejo y en la silla, a la sombra o al solano, con las vecinas, en
comunidad, se 'escarmelaba' la lana, es decir, se abrían los vellones para esponjarlos.
Luego, ya escarmelada, se colocaba la tela del colchón bien extendida y se iba
colocando la borra. Finalmente se cosía el colchón. Porque todo este oficio,
bien se sabe, lo hacían las mujeres por aquello de tener más maña que fuerza.
Luego se llevaba de vuelta a la alcoba".
La desaparición paulatina de los colchones de
lana, supuso también la desaparición de este oficio. Hoy es raro ver varear los
colchones de borra, porque han sido sustituidos por otros que no necesitan ese
proceso.
Habrá que suponer que es mejor ser
"sintéticos".
© PEDRO SÁNCHEZ GÓMEZ - CASILDA MERINO
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