jueves, 26 de mayo de 2016

Un serrano, pero de los de cuerpo entero…

ENTRESIERRASrd | De la mano de Alberto Paredes, posamos hoy la mirada en las fachadas de Mogarraz, cuando se cumplen cuatro años desde que Florencio Maíllo colgara su primer cuadro del proyecto Retrata2-388
…habían vuelto para quedarse, de alguna manera llenar el hueco que habían dejado en cada casa; seguir estando presentes en la gran pantalla de la vida.
Entrando por Cabolaldea, junto al Humilladero, se ve el primer ramillete de rostros, caras asustadas, remisas, mirando a la Cruz de los Judíos, que por su nombre no es para menos.
A ellos nadie les había anunciado que iban a ser públicos.
Buen indicador, anticipo de lo que en sí, va a ser la exposición de Florencio Maíllo en Mogarraz.
El sol pega de solemnidad, es mediodía, la sombra se pega a los pies haciéndote vago el caminar, asimilando mejor lo que ves, que es toda una pinacoteca repartida por el Pueblo.
Por la calle larga derecho al caño, a recibir el agua y refrescarme, antes, ya la había probado en la entrada, en la que fuera antigua pila bautismal.
No está nada bien que me meta de cabeza en el pilón, como Toñín III, de finas hechuras, criado a media leche, más enclenque que su predecesor, se despanzurra en la salida del aliviadero buscando el frescor.
¡Ojalá! éste tenga más suerte antes de la hoguera y no lo magullen, salga ileso de la quema.
Miro hacía arriba y veo a una mujer ataviada con sus mejores galas, incluidas las joyas que para ella fabricasen los orives, a su lado, la hermana, también vestida, pero con el recato y austeridad que manda la congregación.
Un poco más adelante, me detengo buscando el frescor del tiro de la calleja, para que alivie también mi cuerpo que, el alma ya va más tranquila.
Al alzar la vista, una pareja, él, con vestimenta más progre, propia de los que podían salir fuera de este entorno en busca de nuevos saberes, suéter cuello vuelto, gafas grandes a lo “Algueró”, los pantalones, que por ende en el retrato no se ven, bien pudieran ser de “bombazina” y “pretos”, como mandaban los cánones de la época, pero acampanados.
Desemboco en la Iglesia, me detengo, miro en derredor:
¡Anda! sí éste se parece a ese, y el otro a aquel.
Porque todos, bien se parecen. Sus ancestros, descendientes o tal vez no, de la morisma; en tierras de nadie, de tránsito, a caballo de los de la cruz y los de la media luna, quítate tú que ahora me pongo yo, amalgama de etnias y de religiones; lejos de querer perpetuar aquí sus símbolos por encontrarse ésta, a tiro de piedra de la marca, quedando a la buena de Dios, ¿de cuál?, del de turno, y a la vera de algunos baluartes.
Llego a la conclusión, de que la mayoría de los posantes ya no están, o quizá sí están. Algunos uncidos con los óleos sagrados, los otros de esto no quieren oír, ni hablar; la témpera de sus faces, conjugan esa mezcla de tierra y sudor que acanalan sus miradas, es donde mejor se ve la expresión del paso del tiempo.
La vida que se fue.
Junto al Solano, un serrano, pero de los de cuerpo entero, vestido al más puro estilo de la zona, con la misma indumentaria que otros posaran para las fotos de la revista The Nacional Geographic de agosto 1.924, estamos hablando de la friolera, con toda esta calorina, de hace ochenta y ocho años.
Ya no queda nadie por las calles.
De la plaza del Solano a la del Altozano, todo es silencio y quietud, estamos en el Barrijondo, la parte más antigua.
Con paso de procesión, sin ser penitente, te invita a la meditación y al silencio, hay que respetar la siesta, ni tan siquiera molestar a los gatos, la siesta también es sagrada, y es la hora.
Entro en la plaza grande, la Mayor, están preparando las talanqueras para la fiesta.
Una señora me cuenta cuales son sus familiares, presiden la entrada de su casa sobre el dintel de la puerta haciendo el honor de buenos anfitriones.
-           Pero a mí, esto no me gusta, – dice la señora, - ¡me da miedo!
-           ¿El qué? - pregunto.
-           Esto, señalando con la mano a su alrededor, - me parecen actores de una vieja película.
Enseguida me viene a la cabeza Buñuel.
¿Tendrá razón la señora?
Sí, actores son, porque en el plató se pusieron delante de una cámara que los captó como protagonistas para la difícil vida; posando al vent: - la cara, el corazón, las manos, los ojos, al viento; aunque entonces, no les llegara el eco de la letra y les fuera totalmente ignota.
Han pasado cincuenta años… siguen siendo actores, siguen presentes en el serano y, al sereno sus retratos, siguen siendo los protagonistas, siguen estando al viento, al vent del món.
Y por donde vine, me fui, sin antes preguntar a la salida:
-¿Quién es aquella persona que está allí en aquel retrato?
- Creo que era el montero. - me dijeron.
- El montero, pensé, - cuidador del monte.
Que poco se cuida ahora, bueno, en esta parte sí.
Por la carretera, de regreso, con los tejados a mis pies, me vienen a las mientes una vieja canción, que sin pensarlo tarareo, aquella que decía:
¡Ay de mi Alhama!...y que por los años de entonces, los de los retratos, cantaba Paco. 

'Miradas al Sol'
ALBERTO PAREDES
Mogarraz,  27 de julio de 2012

“…Cuando vi colgada la obra de las “primeras pinturas”, diré que me impactó, volví a encontrarme con el ayer; cada mirada, cada detalle, cada paso en el camino… me sugerían cantos del pasado”.




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2 comentarios:

  1. Una hermosa y bella descripción de una historia y un lugar que te invita a seguir leyendo y conociendo más de la andadura de un pueblo serrano. Me ha encantado. Felicidades Alberto Paredes. !!!



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  2. Me ha encantado, para quienes tenemos el placer de conocer este bonito pueblo serrano, esta historia evoca recuerdos de sensaciones percibidas en el paseo de sus callejas, cuestas, plazas y fuentes. Sensaciones y pensamientos que perfectamete pudieran pertenecer a cualquiera de los viandantes. Leyendo este relato he podido rememorar Mogarraz como si estuviera allí mismo.
    Enhorabuena Alberto no dejes de deleitarnos con tus escritos

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